Corporativismo en el área del bienestar. el caso de la organización nacional de ciegos. garvía soto, roberto (reis nº 66. estudios)

La literatura sobre los grupos de interés ha subrayado repetidamente que es mucho más probable que los acuerdos de tipo corporatista tengan lugar antesen la esfera de la producción que en la esfera del consumo. En la primera, ycon la intención de promover intereses opuestos, empresarios y trabajadorespueden recurrir a la acción colectiva e iniciar un proceso institucional que,eventualmente, garantice a sus respectivas organizaciones un monopolio derepresentación y cierto grado de participación en la gestión de las relacionesindustriales y en la toma de decisiones macroeconómicas. Este proceso institu-cional no puede tener lugar sin la intervención, más o menos complaciente,del Estado, que persigue con ella garantizar y asegurar el control, predicibili-dad y autorregulación de las demandas de empresarios y trabajadores, bajo laconsideración que la ausencia de tal intervención puede terminar afectandocríticamente ya la situación relativa del país en la comunidad internacional, yala misma gobernabilidad del país.
Por el contrario, la probabilidad de que acuerdos de tipo corporatista ten- gan lugar en la esfera del consumo es mucho menor. Para explicar esto, laliteratura sobre grupos de interés ha ofrecido dos razones. En primer lugar,mientras que en la esfera de la producción existe una división de intereses queempuja a las partes en conflicto (empresarios y trabajadores) a organizarse ymovilizarse, la falta de tal cleavage en la esfera del consumo hace que el procesode agregación de intereses sea un fenómeno mucho menos común. En segundo lugar, en la medida en que la posición relativa del país y su gobernabilidad noquedan afectadas por el modo en que los intereses en la esfera del consumoestén organizados, el Estado tiene menos incentivos para intervenir en el siste-ma de representación de intereses y, así, en promover acuerdos de tipo corpo-ratista.
Esto explica por qué la literatura sobre los grupos de interés ha «descubier- to» acuerdos corporatistas en el área de las políticas económicas y de las rela-ciones industriales (esto es, en la esfera de la producción), pero no en el áreadel bienestar (que pertenece, típicamente, a la esfera del consumo). Aquí losconsumidores de programas de bienestar mantienen generalmente una relaciónindividualizada con las agencias del Estado que gestionan estos programas conlo que las posibilidades de crear acuerdos corporatistas son casi nulas. Si ésteno es el caso, y los consumidores de bienestar llegan a crear organizaciones deinterés, estas organizaciones parecen condenadas a operar en un escenario plu-ralista, compitiendo unas con otras por recursos de bienestar que siempre sonescasos. Puede ocurrir, ciertamente, que surja un acuerdo corporatista en elárea del bienestar. Esto tendrá lugar cuando determinados grupos profesionalescon intereses en este área (por ejemplo, los médicos) consiguen participar en elproceso de decisiones y en la implementación de políticas de bienestar (Caw-son, 1982).
En resumen, la literatura ha subrayado que los acuerdos corporatistas difí- cilmente tienen lugar en las políticas del bienestar. Si, a pesar de todo, unacuerdo de este tipo surge en el ámbito de estas políticas, lo hará desde el ladode la producción (en este caso, promovido por grupos profesionales que pro-veen bienestar), pero no desde el lado del consumo, ya que los consumidoresde bienestar bien carecen de organizaciones de interés, o bien, en caso contra-rio, estas organizaciones operan en el marco de un sistema plural de represen-tación de intereses.
Este artículo ofrece evidencia empírica que debe servir para cualificar las predicciones de la literatura sobre el corporatismo. En concreto, se va a estu-diar aquí el funcionamiento de un acuerdo corporatista en el área del bienestar,promovido no por grupos profesionales, sino por consumidores de bienestar.
Este acuerdo tuvo su origen en plena Guerra Civil, cuando el gobierno deFranco, influido por el corporativismo de la Italia fascista, y presionado porlíderes de organizaciones locales de ciegos, decidió crear la OrganizaciónNacional de Ciegos (a partir de ahora, ONCE); una organización que mono-polizaría la representación de intereses de los ciegos y que disfrutaría del privi-legio de explotar una lotería (el cupón pro-ciegos), que serviría para recaudarlos recursos necesarios para prestar todo tipo de servicios de bienestar para losciegos.
El caso de los ciegos españoles no contradice por completo la literatura corporatista, ya que la emergencia de la ONCE no tuvo lugar bajo un régimendemocrático, sino bajo un régimen empeñado en llevar adelante un proyectopolítico llamado retrospectivamente «corporatismo estatal» (Schmitter, 1979) CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS o «autoritario» (Lehmbruch, 1977). Sin embargo, al contrario que otras orga-nizaciones o acuerdos corporatistas, la ONCE no se desmanteló con la transi-ción a la democracia. De este modo, el caso de los ciegos españoles ofrece laoportunidad de estudiar el funcionamiento de un acuerdo corporatista en elárea del bienestar bajo un régimen autoritario y un régimen democrático.
El análisis de este acuerdo mostrará que, al contrario de los acuerdos cor- poratistas en el área de las relaciones industriales, el corporatismo en el área debienestar puede ser extraordinariamente estable. Se sugiere aquí que esta esta-bilidad se debe a la especial relación de interdependencia en la que el Estado yla organización proveedora de servicios de bienestar están envueltos. Con res-pecto a la organización, desde el momento en que ésta monopoliza la provisiónde unos servicios que son críticos para un segmento de la población, el Estado(ya sea autoritario o democrático) dependerá de la organización (siempre queconsidere que es su deber garantizar el bienestar de ese segmento de la pobla-ción). Al mismo tiempo, la organización proveedora depende del Estado, encuanto que éste puede revalidar o retirar el status que concedió a la organiza-ción como monopolizadora de servicios. Esta relación de interdependencialimita y determina el rango de demandas que cada una de las dos partes puedepresentar, garantizando así un alto grado de predicibilidad y estabilidad alacuerdo corporatista.
Predicibilidad y estabilidad, sin embargo, no implica inmutabilidad. Como este artículo mostrará, los acuerdos corporatistas pueden precipitar cambiosmuy significativos en el área en la que operan. En concreto, se mostrará aquícómo un acuerdo corporatista de alcance limitado en el área de las políticas enfavor de los minusválidos, se extendió sobre todo este área y transformó lo queera un sistema plural de representación de intereses en un sistema corporatista.
En resumen, este artículo mostrará, en primer lugar, que, al contrario de lo que la literatura anticipa, pueden tener lugar acuerdos corporatistas no induci-dos por grupos profesionales en el área del bienestar; y, en segundo lugar, quelos acuerdos corporatistas en este área pueden verse sometidos a una lógicaexpansiva. En la primera sección del artículo se analizará cómo los ciegos espa-ñoles consiguieron alcanzar un acuerdo privilegiado de tipo corporatista con elgobierno autoritario. Este acuerdo resultó en la creación de una nueva organi-zación, la ONCE, a la que se garantizó un monopolio de representación y elprivilegio de explotar una lotería, con la que los ciegos podrían asumir respon-sabilidades públicas. Con el fin de mantener esta situación privilegiada, laONCE tuvo que anticiparse y sortear las críticas de otros grupos de minusváli-dos e interferir en la organización de los intereses de estos otros grupos. En lasegunda sección se mostrará cómo la ONCE, como resultado de esta interven-ción, consiguió crear a mediados de los ochenta un nuevo sistema corporatistade representación de intereses y asumir nuevas responsabilidades públicas en elárea de las minusvalías expandiendo, de esta forma, un acuerdo corporatista(que si inicialmente sólo iba a afectar a los ciegos, terminó afectando a toda lapoblación minusválida). En la tercera sección se señalarán las características de este nuevo sistema de representación de intereses y de este nuevo acuerdo cor-poratista en el área de las minusvalías. Finalmente, en la última sección serepasarán los argumentos básicos del artículo.
Antes de seguir adelante, sin embargo, es necesario hacer unos breves comentarios sobre la ONCE. Esta organización monopoliza tanto la represen-tación de intereses de los ciegos como la provisión de servicios en beneficio delos mismos. El rango de servicios que presta la organización a los ciegos espa-ñoles es en muchos casos superior al de otras organizaciones de ciegos de otrospaíses más desarrollados que España. En concreto, respecto al empleo, laONCE ha conseguido que la tasa de actividad de los ciegos españoles sea lamás alta entre los países desarrollados. Además, y paradójicamente, la tasa dedesempleo de los ciegos españoles es nula, o meramente estructural, mientrasque la tasa de desempleo de los españoles no ciegos supera actualmente (mayode 1994) el 20 por 100 de la población activa (Garvía, 1994). Este éxito en lapolítica de empleo se debe tanto al privilegio de los ciegos de explotar su pro-pio negocio de lotería como a la pasión del resto de los españoles por el juego.
Y aquí, de nuevo, tiene lugar una situación atípica con respecto al resto de paí-ses desarrollados, pues España tiene, desde hace tiempo, el mayor mercado deloterías europeo1. En un suelo tan generoso para el negocio de las loterías, laONCE consiguió en 1989 convertirse, por sus beneficios, en la decimosextaempresa más importante del país; y por el número de empleados, en la cuarta.
Contrariamente a otros grupos de los que hoy se llaman «minusválidos», los ciegos consiguieron crear una asociación nacional ya en 19242. Formabanparte de esta asociación una pluralidad de organizaciones locales, algunas delas cuales explotaban, con la tolerancia de las autoridades locales, pequeñasloterías. Con la explotación de sus loterías, los ciegos de estas asociacioneslocales consiguieron resolver dos problemas. En primer lugar, vendiendo lote-ría, los ciegos no tenían que recurrir a la mendicidad para garantizarse unmínimo de ingresos. En segundo lugar, con los recursos excedentes de la lote-ría, algunas organizaciones locales fueron capaces de crear programas de bie-nestar que el Estado no estaba en condiciones de financiar debido a la preca-riedad de las haciendas locales.
Sin embargo, no sólo los ciegos explotaban pequeñas loterías a principios 1 En 1991, el gasto per cápita en loterías en España fue 108 ECUs. En segundo lugar se situaron la antigua RFA y Grecia, con un gasto estimado de 74 ECUs. Datos en Gambling in theSingle Market. 2 Los ciegos ya estaban organizados desde el siglo XIV en gremios y hermandades específicas de ciegos. Estas organizaciones de ayuda mutua consiguieron mantenerse a flote durante el si-glo XIX, en el que estos gremios fueron oficialmente desarticulados, de modo que los ciegosseguían disponiendo de una red de organizaciones locales a la entrada del siglo XX.
CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS del siglo XX. Otros grupos de minusválidos y de ancianos también se dedicabana la explotación ilegal del juego. Además, en no pocos lugares, y debido a lamala situación de las haciendas locales, algunos organismos locales de benefi-cencia también promovían sus propias loterías ilegales. La lotería de los ciegos,sin embargo, era la mejor situada en este mercado ilegal, ya que estaba res-paldada por una organización nacional de cierto prestigio que, al mismo tiem-po, mostró ser un grupo de presión relativamente exitoso.
Esta organización se transformó en la Organización Nacional de Ciegos en 1938, esto es, en plena Guerra Civil. Los ciegos obtuvieron del gobierno fran-quista la legalización de su lotería, argumentando, muy persuasivamente, queel nuevo Estado, envuelto en una Guerra Civil, no podría satisfacer las necesi-dades de los ciegos civiles y de los ciegos veteranos de guerra. De esta forma, elsiguiente acuerdo corporatista emergió en aquel año: la ONCE monopolizaríala representación de intereses de los ciegos y, con los recursos de su lotería, asu-miría responsabilidades públicas en favor de los ciegos, como la gestión yfinanciación de pensiones para los ancianos, de programas de formación profe-sional para los jóvenes, y programas de educación especial para los niños cie-gos. De acuerdo con la filosofía del estado autoritario, se convino que laONCE estaría estrechamente supervisada por un órgano colegiado compuestoen su mayor parte por burócratas de la Dirección General de Beneficencia,entonces dependiente del Ministerio de Gobernación. Esto significaba que la ONCE carecería de toda autonomía de gestión. En la práctica, sin embargo, ydurante la mayor parte del período franquista, la organización fue capaz deneutralizar la supervisión de la Dirección General de Beneficencia e, incluso,de ganarse el apoyo del Estado en contra de las demandas de otros grupos deminusválidos3.
Para poder cumplir con sus nuevas responsabilidades públicas, los ciegos debían evitar que otros grupos de minusválidos u otras organizaciones debeneficencia vendieran sus propias loterías. Así, una de las primeras ocupacio-nes de la ONCE fue presionar en el Ministerio de Gobernación contra lasotras loterías, ilegales, pero toleradas por las autoridades locales, que compe-tían con la lotería de los ciegos. La organización de ciegos tuvo éxito en sus 3 El proceso por el cual una organización consigue cooptar la agencia del Estado encargada de controlarla y, así, beneficiarse de los poderes públicos asignados a esa agencia ha sido estudia-do en otras ocasiones (Suleiman, 1987; Lowi, 1979). La lógica de este proceso es la siguiente: laagencia tiene, estatutariamente, una misión que cumplir y, para poder cumplir con esta misión,ha de ganarse la confianza de la organización que está bajo su tutela. Ha de ganarse esta confian-za porque, muy posiblemente, los mecanismos de control de que la agencia dispone son rudi-mentarios, o la organización puede hacer que estos mecanismos sean insuficientes, ya que laorganización realiza una labor en la que ella, y no la agencia estatal, es la experta. En otras pala-bras, puede ocurrir que no haya control posible sin la colaboración de la organización que se hade controlar y, a cambio de su colaboración, la organización puede hacer que este control seacada vez menos estricto. A largo plazo, la agencia no controla a la organización y ambas puedenterminar considerando que el papel de la primera no es el de controlar a la segunda, sino el deprotegerla frente a cualquier otro control público.
presiones, y los gobernadores civiles de las provincias afectadas recibieron órde-nes para actuar en contra de estas otras organizaciones. Así, la mayoría de lasorganizaciones de minusválidos y ancianos que aún explotaban sus loterías des-pués de la Guerra Civil fueron desmanteladas. En algunos casos, los miembrosde estas asociaciones ingresaron en la ONCE, y, respecto a las organizacionesde beneficencia, en algunas ocasiones la ONCE tuvo que contribuir con pagosanuales para que dejaran de vender sus loterías. De esta forma, a finales de losaños cuarenta, la ONCE consiguió el monopolio de las loterías benéficas: sólolos ciegos podían vender este tipo de lotería y competir con la lotería del Esta-do. Una vez conseguido este monopolio, la ONCE se amplió sus programas debienestar. Se crearon entonces talleres protegidos para los ciegos, y aumentó lacuantía y calidad de otros beneficios, como las pensiones de jubilación, los ser-vicios médicos, las compensaciones por enfermedad, etc.
Otros grupos de minusválidos no eran tan afortunados como los ciegos.
Entre estos otros grupos los más aventajados eran los minusválidos físicos, apesar de la escasez de programas sociales destinados a ellos. La mayoría de estosprogramas iban dirigidos a procurar la rehabilitación física de los minusváli-dos, pero no a procurarles un empleo o a garantizarles unos ingresos mínimos4.
No es de extrañar, entonces, que a finales de los cincuenta, esto es, al términodel período más represivo del régimen franquista, surgieran pequeñas organiza-ciones locales e informales de minusválidos, orientadas a reclamar para sus miembros programas sociales similares a aquellos de los que los ciegos estabandisfrutando. Algunas de estas organizaciones, como cabe esperar, empezaron aexplotar su propio negocio de lotería, que competía directamente con la loteríade los ciegos.
La ONCE empleó dos estrategias frente a esta amenaza. La primera es la clásica «divide y vencerás», o, en el lenguaje de la sociología de las organizacio-nes, boundary setting (Haldrich, 1973). Esta estrategia consistía en permitir elingreso de algunos minusválidos en la ONCE, procurando de este modo divi-dir sus intereses dejando a unos dentro y a otros fuera de la organización deciegos. Los que ingresaban en la organización pasaban inmediatamente adefender el privilegio de los ciegos, mientras que los que se quedaban a laspuertas podían seguir criticándolo. Estas críticas, sin embargo, perdían granparte de su fuerza, ya que permitiendo el ingreso de algunos minusválidos, laONCE podía presumir de generosidad, manteniendo que era tan sensible alproblema de los minusválidos como para permitir el ingreso de cierto númerode ellos en su plantilla5.
4 Sólo existían programas de empleo y pensiones de minusvalía para los excombatientes del bando nacional. Los programas de rehabilitación para los minusválidos civiles estaban gestiona-dos por el Instituto Nacional de Reeducación de Inválidos (creado en 1933) o por el Patronatode Lucha contra la Invalidez (creado en 1949), en los que la Iglesia jugaba un papel funda-mental.
5 En 1968, 2.844 vendedores de la ONCE eran minusválidos, una cifra que representa el 18 por 100 de la plantilla de la organización de ciegos.
CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS La segunda estrategia consistía en anticiparse a los minusválidos, crear una organización nacional que los «representara», y hacer que esta organizacióndependiera de la ONCE, con el fin de controlar sus demandas. Así, a instan-cias de la ONCE, la Dirección General de Beneficencia creó la ANIC (Aso-ciación Nacional de Inválidos Civiles), en 1958. Dentro del espíritu corpora-tista de la España de Franco, la ANIC debería ser la única organización legalde los minusválidos, y monopolizar la representación de los intereses de losmismos, del mismo modo que la ONCE monopolizaba la representación delos intereses de los ciegos. La ANIC entonces cumplía dos funciones en laEspaña autoritaria. La función manifiesta era la de procurar empleo a losminusválidos, algunos de los cuales, efectivamente, empezaron a trabajar comoguardacoches en aparcamientos públicos o como vendedores callejeros de lalotería del Estado. La función latente, sin embargo, era la de evitar que losminusválidos censuraran los privilegios de los ciegos, y que promovieran loterí-as que compitieran con el cupón de los ciegos.
Esta estrategia funcionó satisfactoriamente durante los primeros años de existencia de la ANIC, pero pronto la Dirección General de Beneficenciaaprendió a sacar provecho de ella. En concreto, esta Dirección General necesi-taba recursos tanto para garantizar el funcionamiento de la ANIC como parafinanciar los programas del FNAS, y comenzó a solicitar a la ONCE más ymás ayudas, sugiriendo a la ONCE que, en caso de no prestarse a colaborar, la Dirección no podría garantizar el control de las demandas de los minusválidosde la ANIC, así como la posibilidad de que organizaciones rivales de minusvá-lidos comenzaran a explotar sus propias loterías6. Este tipo de peticiones noagradaba a la ONCE. La organización de ciegos estaba dispuesta a pagar laaquiescencia de los minusválidos físicos, pero quería poner el precio ellamisma, y no que se lo impusiera la Dirección General de Beneficencia. Laexperiencia de la ANIC enseñó a la ONCE que para controlar las demandas delos minusválidos físicos era necesario que la organización que los representaradependiera directamente de la ONCE, y no de ninguna agencia del Estado.
En resumen, en el período franquista los ciegos fueron capaces de contro- lar las demandas de los minusválidos. Este control, sin embargo, resultó másdifícil de mantener con el transcurso de los años. En primer lugar, ejercer esecontrol era más caro año tras año, en la medida en que el Estado, que ibaampliando su cobertura a otros grupos de minusválidos, se había acostumbra-do a solicitar a la ONCE contribuciones cada vez más cuantiosas. En segundolugar, las posibilidades de controlar las demandas de los minusválidos eranprogresivamente menores, ya que la relativa apertura y liberalización del régi-men franquista a finales de los sesenta permitió que se creara una amplia redde organizaciones para minusválidos que funcionaba al margen de la ANIC7.
6 El FNAS era el Fondo Nacional de Asistencia Social, creado en 1960 con el objetivo de apoyar y supervisar programas en favor de los minusválidos psíquicos, de los huérfanos y de losancianos.
7 A la liberalización económica, que comenzó con la entrada de los tecnócratas en el gobier- Durante el período de transición a la democracia, las organizaciones para minusválidos terminaron confluyendo con nuevas organizaciones de minusvá-lidos, creadas después de 1975, generándose de este modo un nuevo entrama-do asociativo que tuvo como consecuencia la obsolescencia y desmantelamien-to oficial de la ANIC. Sin embargo, por varias razones, los minusválidos físicostardaron en crear una nueva asociación nacional que reemplazara a la antiguaANIC. En primer lugar, a los problemas asociados con la lógica de la accióncolectiva (Olson, 1965) había que añadir las dificultades de asociarse, precisa-mente, a través de un estigma8. En segundo lugar, el proceso de la agregaciónde las demandas de los minusválidos se vio dificultado por el hecho de que lasnuevas organizaciones representaban diferentes colectivos con diferentesdemandas (como las de los afectados por polio, parálisis progresiva, parálisiscerebral, etc.). En tercer lugar, algunas de las demandas más importantes sólopodían ser satisfechas por las administraciones locales (como la supresión delas barreras arquitectónicas), de modo que no pocos líderes de organizacioneslocales consideraban que sería una pérdida de tiempo y recursos esforzarse enla creación de una organización nacional, ya que, mantenían, el nuevo régimenautonómico lo haría ineficiente. Por último, y más importante, los minusváli- . dos físicos estaban divididos con respecto a la estrategia a seguir. Por un lado, estaban aquellos que pensaban que si sus problemas no habían sido resueltos,esto no era debido a su déficit organizativo, o a la naturaleza, compleja, de susproblemas, sino a la falta de sensibilidad del régimen anterior. Según su puntode vista, con un ejercicio de denuncia permanente, por medio de sentadas,huelgas de hambre o manifestaciones, el nuevo Estado democrático, por supropia naturaleza y casi automáticamente, no tardaría en resolver sus proble-mas. Con ello cuestionaban la oportunidad de crear una organizaciónnacional, que terminaría burocratizando el movimiento y, así, mermando sucarácter reivindicativo, participativo y democrático.
Por otro lado, estaban aquellos que querían transformar este movimiento social en una organización formal, que priorizara e hiciera coherentes las dis-tintas demandas de los minusválidos, y sirviera de interlocutor válido frente ala administración con el fin de resolver los problemas por vía de la negociacióny el consenso. Esta organización se creó en 1977. La CEMFE (CoordinadoraEstatal de Minusválidos Físicos), sin embargo, era una organización excesiva- no de 1957, le acompañaron otras medidas que suponen una apertura política del régimen,como la Ley de Convenios Colectivos de 1958, la Ley de Prensa de 1966 o la Ley de Asociacio-nes de 1966, al amparo de la cual los padres con hijos minusválidos comenzaron a organizarse(Jordana de Pozas, 1967). Estas organizaciones de padres pudieron funcionar al margen de laANIC, porque eran organizaciones para, y no de, minusválidos.
Sobre el déficit organizativo de las poblaciones estigmatizadas, véanse Scotch (1988) y CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS mente democrática, lenta en su proceso de toma de decisiones y, en no pocasocasiones, al borde de la ruptura9.
Los problemas internos de la CEMFE no explican por completo la escasez de resultados. La crisis económica de finales de los años setenta y principios delos ochenta no facilitó que los minusválidos vieran satisfechas sus demandas.
Estas eran, fundamentalmente, tres. Con respecto a la supresión de las barrerasarquitectónicas, la administración central aprobó un Decreto en 1983 que pre-veía la eliminación de estas barreras en lugares públicos y edificios oficiales.
Sin embargo, este Decreto no se aplicó, dado que no se habilitaron fondospara ponerlo en práctica. De modo semejante, y con respecto a las prestacionesno contributivas, la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI) pro-metía una regulación generosa de ingresos mínimos. Resultó, sin embargo, ysegún las provisiones de un decreto de desarrollo de la LISMI, que sólo el 20por 100 de los minusválidos tenían derecho a algún tipo de prestación, que,además, no alcanzaba a la mitad del salario mínimo interprofesional. Por últi-mo, y con respecto al empleo, la LISMI reproducía las provisiones de un viejoDecreto de 1970, que contemplaba una reserva de empleo del 2 por 100 en lasempresas con más de 50 empleados. Esta provisión tampoco se ejecutó, ya quesignificaba introducir nuevas regulaciones en el mercado de trabajo en unosmomentos en que la administración y empresarios (contra la oposición de lossindicatos) se estaban esforzando en flexibilizar el mercado de trabajo. (El hecho de que no se aplicaran estas medidas de discriminación positiva, y así,de que el mercado de trabajo no se viera afectado, favoreció que los sindicatosse abstuvieran de intervenir en el área política de las minusvalías.) Como resul-tado de todo esto, según cifras de 1986, sólo el 12 por 100 de los minusválidosen edad laboral estaba empleado (INSERSO, 1989, vol. 1, 156).
De esta manera, no es de extrañar que un buen número de minusválidos físicos ingresaran en una nueva organización que satisfacía su demanda másimportante: un puesto de trabajo. Esta organización era propiamente unaempresa, PRODIECU, cuya actividad consistía en explotar una lotería ilegal, yque contrataba minusválidos a fin de justificar su actividad. PRODIECU secreó en 1985, en Cataluña, y rápidamente se extendió por todo el país. Con elfin de extender sus actividades en todo el territorio nacional, PRODIECUcreó una organización títere, APEM (Asociación de Promoción de Empleo deMinusválidos), que disfrutaba dentro de PRODIECU de un sistema de closedshop, de modo que los minusválidos que quisieran trabajar para PRODIECUdebían ser miembros de APEM. PRODIECU, sin embargo, no consiguiógobernar APEM a medida de sus deseos, y pronto los líderes de APEM inten-taron controlar la organización matriz. Su propósito era crear una organizaciónde minusválidos que explotara su propia lotería; esto es, una réplica de laONCE en versión minusválidos físicos. Los líderes de APEM fracasaron en su 9 Un estudio del movimiento social de los minusválidos físicos en este período, Díaz Casa- intento, y PRODIECU se vio en la necesidad de crear una nueva organizacióntítere: COEM (Confederación Española de Minusválidos). COEM mostró sermás fiel a PRODIECU. También presionó ante la opinión pública en favor dela lotería de los minusválidos, pero, al contrario que APEM, los líderes deCOEM mantenían que la organización de minusválidos debía subcontratar sulotería a una empresa privada (esto es, a PRODIECU). En cualquier caso, y almargen de esta sopa de letras, el hecho es que la ONCE pudo comprobar quese había hecho realidad su pesadilla más temida: siete mil minusválidos físicosestaban vendiendo una lotería que competía directamente con el cupón de losciegos. Los minusválidos, además, y al margen de las rivalidades entre APEM yCOEM, estaban argumentando cotidianamente, por el hecho de vender sulotería en todas las provincias del país, que frente a un problema similar (elproblema de encontrar trabajo en una economía de mercado), ellos merecíanun trato similar (la oportunidad de explotar su propia lotería tal como los cie-gos venían explotando la suya desde 1938).
Pero no sólo la ONCE estaba amenazada por la existencia de PRODIECU.
El pluralismo asociativo que surgió alrededor de PRODIECU también perju-dicaba la imagen que la CEMFE quería ofrecer de sí misma como representan-te única de los intereses de los minusválidos físicos. En contra de APEM yCOEM, sin embargo, la CEMFE optó por no apoyar la idea de la lotería de . los minusválidos. Ciertamente, esta decisión colocaba a la CEMFE en una situación difícil frente a su base natural, pero, al mismo tiempo, esta decisiónle permitía presentarse frente a las administraciones como la vieja y dialoganteorganización nacional de minusválidos que, sin recurrir a actividades al mar-gen de la legalidad, pretendía resolver los problemas de los minusválidos víaconcertación y entendimiento. Con ello buscaba conseguir lo que desde hacíamucho tiempo deseaba; esto es, un status público como la única interlocutorade los minusválidos. Al respecto, la ONCE no deseaba otra cosa que apoyar ala CEMFE: la única organización nacional de minusválidos que no reclamabasu propia lotería. De esta manera, los intereses de la CEMFE y la ONCE con-vergieron en contra de PRODIECU, de modo que las dos organizacionespudieron alcanzar varios acuerdos de colaboración. Así, en octubre de 1985,después de denunciar pública y repetidamente a PRODIECU, la CEMFEempezó a recibir apoyo económico por parte de la ONCE. Con estas ayudas,la CEMFE podía ofrecer a sus miembros incentivos selectivos (como la partici-pación en programas de formación profesional), que le servían para fortalecer-se organizativamente vis-à-vis otras organizaciones de minusválidos. Además,la ONCE prometió contratar a mil nuevos vendedores minusválidos, y ofrecióa la CEMFE la posibilidad de participar en el proceso de selección del nuevopersonal. De esta manera la CEMFE estaba en condiciones de ofrecer puestosde trabajo permanentes, bien retribuidos y, al contrario que otras organizacio-nes de minusválidos, completamente legales. Gracias a este tipo de acuerdosemergió una nueva CEMFE, cuya viabilidad como organización, sin embargo,dependía enteramente de la generosidad de la ONCE. Para resumir, la ONCE CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS no hacía otra cosa que aplicar una vez más las dos mismas estrategias que yapuso en práctica durante la etapa autoritaria. En primer lugar, abriendo suspuertas a un determinado número de minusválidos, la ONCE intentaba divi-dir sus intereses. En segundo lugar, la ONCE buscaba promover y cooptar unaorganización de interés de los minusválidos físicos que no pusiera en peligro elprivilegio que consiguió en 1938, según el cual sólo los ciegos podían explotaruna lotería. Sin embargo, esa organización estaba muy lejos de monopolizar larepresentación de los intereses de los minusválidos físicos, ya que más de 7.000minusválidos, desatendiendo las amonestaciones de la CEMFE, seguían ven-diendo la lotería de PRODIECU.
Para mantener su privilegio no era suficiente, sin embargo, reforzar la CEMFE; era necesario que el Estado desmantelara PRODIECU. El Estado,por su parte, compartía este interés. En primer lugar, la lotería de los minusvá-lidos competía con las loterías del Estado, reduciendo, consiguientemente, losingresos públicos. En segundo lugar, la lotería de los minusválidos físicos situa-ba al Estado en una situación embarazosa, ya que esta lotería exponía abierta-mente su incapacidad para resolver el problema del desempleo entre los minus-válidos. Por esta misma razón, sin embargo, y aunque las actividades dePRODIECU eran ilegales, el Estado no podía desmantelar automáticamenteesta organización, ya que esto significaba dejar sin empleo a más de 7.000minusválidos. La escasa disposición de los miembros de la clase política a asu- mir los costes electorales del desmantelamiento de PRODIECU favoreció laextensión de esta organización por todo el territorio nacional y el atrinchera-miento comercial de la lotería de los minusválidos en el mercado nacional delas loterías. La falta de decisión del Estado perjudicaba enormemente a laONCE, que, con razón, temía que la opinión pública empezara a considerarcomo un hecho natural el que, al igual que los ciegos, los minusválidos teníanderecho a explotar su propia lotería10.
Ante las dificultades del Estado a la hora de actuar en contra de PRODIECU, la ONCE propuso su propia solución. La propuesta de la ONCE era lasiguiente: la ONCE contrataría 7.000 minusválidos, el número estimado devendedores de la lotería rival. A cambio, el Estado, liberado del coste políticoque supondría dejar sin empleo a este número de minusválidos, desmantelaría 10 Durante los años en que los minusválidos vendieron su lotería, no se hicieron encuestas mínimamente fiables que sirvieran para mostrar el grado de aceptación de la opinión pública conrespecto a esta lotería. La ONCE, sin embargo, tenía fuertes indicios para sospechar que el nivelde aceptación era alto. Uno de éstos hace referencia a un pretest publicitario, para el que se eligióel eslogan «Rechace imitaciones». Esto es lo que ocurrió en el ensayo del pretest, tras el que sedescartó aquel eslogan: «En un principio [el eslogan era] “Rechace imitaciones”, yo estuve pre-sente en la realización de este pretest, que se llevó a cabo a través de unas dinámicas de grupo,orientadas, evidentemente. Pero la gente lo rechazaba, y, además, está en conexión con el eslo-gan. La gente rechazaba el eslogan y decía que la ONCE no tenía por qué decir eso, [porque]en cierto modo era una descalificación a nuestra competencia. Evidentemente se referían aPRODIECU» (ONCE, 1986: 53).
PRODIECU. Sin embargo, para contratar a 7.000 nuevos trabajadores, laONCE preveía una reforma sustancial de su lotería que, muy probablemente,reduciría significativamente la cuota de mercado de las loterías públicas. Enresumen, la estrategia de la ONCE era la de combatir PRODIECU en el terre-no político (y no en el del mercado), fortalecer la CEMFE con el fin de con-trolar las demandas futuras de los minusválidos, y hacer que el Estado pagarapor todo ello.
El Estado rechazó la propuesta de la ONCE. Ciertamente, también era su deseo que PRODIECU desapareciera, pero no a costa de reducir los ingresospúblicos. Antes de resignarse a esta reducción, el Estado quería comprobar sipodía desmantelar la lotería ilegal ya a expensas de la ONCE, ya «gratis».
Intentó lo primero a principios de 1986, cuando propuso a la ONCE que con-tratara a 7.000 minusválidos sin reformar su lotería. Como cabía esperar, laONCE rechazó esa idea, que equivalía a proponer a los ciegos que redujeransus ingresos y que los compartieran con los minusválidos. Ante esta contrapro-puesta del Estado, los ciegos renovaron su anterior propuesta, cualificándola,sin embargo, muy significativamente. En concreto, en esta ocasión la ONCEproponía que si el Estado aceptaba su anterior fórmula, la ONCE dedicaría el5 por 100 de los beneficios de su nueva lotería a la creación de un Fondo deSolidaridad con los Minusválidos. Con esta cualificación la ONCE sugería que . la reducción de ingresos públicos que la nueva lotería de la ONCE iba a cau- sar, podría compensarse con el ahorro que suponía la creación de aquel Fondode Solidaridad, que colaboraría con las administraciones públicas en la gestióny financiación de programas a favor de los minusválidos. En pocas palabras, laONCE estaba dispuesta a compartir gastos con el Estado para la desarticula-ción de la lotería de los minusválidos.
La respuesta del Estado a esta segunda propuesta fue, de nuevo, negativa, pues éste quería antes comprobar si podía desmantelar PRODIECU sin ningúntipo de coste. Así, en abril de 1986, cuatro ministerios (Justicia, Economía yHacienda, Interior, Trabajo y Seguridad Social) redactaron un comunicado con-junto que fue ampliamente difundido en la prensa. Este comunicado era unamezcla de paternalismo y amonestaciones. En él se reconocían las difíciles con-diciones de vida de los minusválidos físicos, que les habían empujado a ponerseen las manos de determinados individuos. Se hacía un repaso a las medidas depromoción de empleo llevadas adelante, y se prometía la ampliación de recursospara este fin. Finalmente, se les recordaba que estaban realizando una actividadilegal, y se les advertía que se tomarían medidas contra la empresa que les habíacontratado sorprendiéndoles en su buena fe. Estas medidas, efectivamente, setomaron. Se precintaron algunas sedes de PRODIECU y se decomisaron suscupones. Los minusválidos, por su parte, se manifestaron en contra de estasmedidas, y a los pocos días ya estaban vendiendo otra vez su lotería, porqueconsideraban que tenían tanto derecho como los ciegos a hacerlo. La acción delEstado, en fin, resultó patética, pues quedó de manifiesto la inutilidad de su CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS poder regulador y admonitorio cuando, ante el temor de sufrir fuertes costespolíticos, se muestra incapaz de utilizarlo11.
Este fracaso enfureció a la ONCE, que, finalmente, decidió llevar adelante la reforma de su cupón, la aprobara o no el Estado. La organización de ciegosconsideraba que, de la misma forma que los minusválidos se habían situado almargen de la legalidad, los ciegos también tenían derecho a hacerlo. En otraspalabras, la ONCE envió un ultimátum al Estado: o bien aceptaba su anteriorpropuesta, o bien debía enfrentarse a una situación aún más embarazosa12.
Este ultimátum asustó a ambas partes. En los círculos de la ONCE se empezó a recordar la intervención del Estado en RUMASA y, por parte delEstado, se temía que la ONCE llevara adelante su amenaza. Efectivamente, laONCE la llevó adelante, de modo que en octubre de 1987 sacó a la venta elCuponazo. A fin de evitar una situación embarazosa, el Estado aprobó unasemana antes la reforma del Cuponazo, que aceptó como un hecho consuma-do. A finales de octubre desplegó las fuerzas policiales en lo que se llamó laOperación Boleto, que consistió en precintar las sedes de PRODIECU y urgir asus vendedores a visitar las oficinas de la ONCE para solicitar un puesto detrabajo. Este fue el fin de PRODIECU.
Ni la ONCE ni el Estado, sin embargo, se ajustaron a los términos implí- citos de su acuerdo. El Estado, con el fin de contrarrestar el Cuponazo, sacó alos pocos meses (febrero de 1988) una nueva modalidad de lotería (el Bonolo- to) y, por su parte, la ONCE no contrató a los 7.000 minusválidos que prome-tió contratar13.
Llegados a este punto es necesario explicar por qué el Estado, antes que 11 De nuevo, no es posible evaluar el estado de la opinión pública con respecto al tema de la lotería de los minusválidos, pero con ocasión de esta actuación del Estado no faltaron en la pren-sa declaraciones de este tipo: «Tengo un hijo disminuido psíquico de 21 años que empieza a vivirdignamente gracias a la venta de este cupón (.) Por ello, como padre, quiero decirle bien alto ala Administración que no desmonte PRODIECU, que, al fin y al cabo, emplea a miles deminusválidos en toda España. En cambio sí debería dedicarse a vigilar otras especulaciones quese dan. Añadiría, además, que cuando intenten hundir alguna actividad, tengan prevista otramejor. Ahora, pretenden dejar en la más absoluta indefensión a un colectivo tremendamentedesprotegido» (El Periódico, 7 de mayo de 1987). Sobre las «otras especulaciones que se dan»,véase la siguiente nota.
12 Al margen del asunto PRODIECU, la situación del mercado del juego ya era bastante embarazosa para las administraciones. Los desacuerdos entre la Administración central y lasautonómicas sobre la regulación del mercado del juego en las autonomías tuvo como consecuen-cia que este sector careciera de una regulación eficaz, lo que dio pie a no pocos escándalos políti-cos centrados alrededor del tema del juego y de la financiación de los partidos políticos. Paramencionar unos pocos: el caso Barreiro, en Galicia (que salió a la luz en noviembre de 1986); elcaso de las loterías instantáneas, en el País Vasco (diciembre de 1986); el caso Patxot, en Catalu-ña, que continuó en lo que se llamó el Lottogate (en 1987 y 1988); el escándalo de las adminis-traciones de lotería concedidas a militantes del partido socialista (primavera y verano de 1986).
Sobre el déficit regulativo del mercado del juego, Guirao (1985) y Garvía (1992: 196-203).
13 La promesa de incorporar a 7.000 nuevos minusválidos se hizo en junio de 1987, pero desde diciembre de 1986 hasta diciembre de 1990 el número de minusválidos en plantilla sóloaumentó en 3.763 vendedores. Datos en Memoria Económica 89-90, p. 32.
proceder en contra de la ONCE, decidió aceptar sus términos. En efecto, elEstado podía haber decidido retirar a los ciegos el privilegio que se les conce-dió en 1938, y proveer bienestar de forma directa, del mismo modo que otrosminusválidos recibían programas de bienestar. Sin embargo, por muy legítimaque esta decisión pudiera parecer en el marco de la nueva España democráticay liberal, por razones prácticas, esto no era viable. En términos básicos, laONCE y el Estado estaban (y están) envueltos en una relación de interdepen-dencia. Por un lado, el Estado dependía de la organización en cuanto que éstamonopolizaba la provisión de servicios críticos para sus miembros; pero, porotro lado, la ONCE dependía del Estado en cuanto que éste podía refrendar oretirar el status público de la ONCE y el privilegio de explotar su lotería. Estarelación de interdependencia había estado operando sin apenas contratiemposdurante casi cuarenta años. El asunto PRODIECU, sin embargo, alteró esteequilibrio de poder entre la ONCE y el Estado, ya que, como éste descubrió,la solución al problema de la lotería de los minusválidos estaba en manos de laONCE, que era quien podía emplear a los vendedores de PRODIECU. Estadependencia adicional del Estado con respecto a la ONCE impidió que el pri-mero evaluara la posibilidad de desmantelar la ONCE, de la que no sólodependía el bienestar de los ciegos, sino también la posibilidad de desmantelarPRODIECU sin grandes costes políticos. Esto explica por qué el Estado acep-tó la propuesta de la ONCE y, eventualmente, cómo la ONCE fue capaz de transformar la peor experiencia de su historia (7.000 minusválidos vendiendouna lotería rival) en una excelente oportunidad para refrendar su situación pri-vilegiada en el área de las minusvalías.
LA EXPANSION DEL CORPORATISMO EN EL AREADE LAS MINUSVALIAS Y LA CREACION DE UN NUEVO SISTEMADE REPRESENTACION DE INTERESES Como resultado de la combinación de esfuerzos entre la ONCE y el Esta- do para desarticular definitivamente la lotería de los minusválidos, el acuerdocorporatista original entre estos dos actores se ha extendido, configurándoseuna nueva división del trabajo entre la ONCE y el Estado. De este modo,mientras que el Estado sigue siendo único responsable de determinados pro-gramas de bienestar (como los programas de rehabilitación médica, de educa-ción básica, o el pago de subsidios y pensiones de invalidez), la ONCE ha asu-mido nuevas responsabilidades públicas que afectan ya no sólo a los ciegos,sino al conjunto de la población minusválida, y que se refieren a las políticasde supresión de barreras arquitectónicas y programas de empleo.
Con el fin de llevar adelante sus nuevas responsabilidades públicas, la ONCE creó la Fundación ONCE, cumpliendo su parte del acuerdo de crearun Fondo de Solidaridad con los Minusválidos a cambio del desmantelamientode PRODIECU. De esta forma, algunos de los programas que antes estaban CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS diseñados y financiados por el Estado, lo están ahora por la ONCE y otrasorganizaciones de minusválidos representadas en el Consejo del Patronato dela Fundación ONCE, como las organizaciones de los minusválidos físicos(COCEMFE, antes CEMFE), de los sordos (CNSE) y de representantes de losminusválidos psíquicos (FIAPAS).
Estas organizaciones, ciertamente, participan en el proceso de toma de decisiones de la Fundación. De hecho, parece existir un alto grado de colabo-ración entre estas organizaciones y la de los ciegos. Y esto no es de extrañar,dada la generosidad de la ONCE a la hora de financiar los programas de laFundación. Como resultado de esta colaboración, la Fundación creó más demil puestos de trabajo para minusválidos durante su primer año de gestión,una cifra muy superior a la de los 300 puestos públicos que la Administracióncreó durante los tres años anteriores a la puesta en marcha de la FundaciónONCE.
Sin embargo, el hecho de que estas organizaciones dependan de los recur- sos de la ONCE para satisfacer las demandas de sus afiliados las coloca en unasituación totalmente subordinada con respecto a la organización de los ciegos,que, de este modo, está en condiciones de controlar las demandas de estosotros grupos de minusválidos. Este control puede ser laxo o inexistente paraaquellas demandas que no ponen en cuestión la posición privilegiada de losciegos, pero es muy explícito y estricto para aquellas otras que sí lo hacen. Así, de los 25 vocales que componen el Patronato de la Fundación, 13 están reser-vados para representantes de la ONCE (art. 16), por lo que queda garantizadoque el Patronato nunca tomará decisiones que puedan perjudicar a los ciegos.
Además, en contra de lo que en un principio se había pensado, el Estado notiene vocal nato en la Fundación. Para garantizar más, si cabe, el control de lasdemandas de las asociaciones de otros colectivos de minusválidos, se prevé que«la Fundación no podrá accionar, actuar o plantear reivindicaciones en contrade la persona jurídica del Fundador [esto es, en contra de la ONCE] y desus legítimos intereses, ya sea de forma directa o indirecta, pública o privada»(art. 4.3). Y como uno de los intereses prioritarios del fundador es conservar,frente a otros colectivos de minusválidos, el privilegio único de explotar unalotería, entre las actividades comerciales que la Fundación pudiera emprender,quedan «expresamente excluidas las relacionadas con el mercado de los juegosde azar» —art. 10.e)—. En resumen, la ONCE ha asumido nuevas responsabi-lidades públicas en el área política de las minusvalías, extendiendo de estaforma un acuerdo corporatista (que antes afectaba a un segmento de estapoblación) sobre todo ese área, y ha creado un nuevo sistema de representaciónde intereses con capacidad para controlar las demandas de otras organizacionesque operan en el mismo área.
Este artículo ha tratado sobre el tema del corporatismo en el área del bie- nestar. Este es un tema de investigación marginado por la literatura dedicada alestudio de las políticas de regulación y de los grupos de interés, ya que desdeesta literatura se suele contemplar el corporatismo únicamente en el ámbito delas políticas económicas y de las relaciones industriales.
Con respecto al área de las políticas de bienestar, la literatura mantiene que o bien los acuerdos corporatistas no tienen lugar en este área o, en caso de sur-gir acuerdos de este tipo, éstos están promovidos por organizaciones de profe-sionales proveedores de bienestar. Este artículo ofrece evidencia suficiente para,al menos, cualificar estas predicciones, ya que ha mostrado cómo una red deorganizaciones de consumidores (y no una organización profesional) promo-cionó un acuerdo corporatista en un Estado autoritario; un acuerdo que hamostrado ser extraordinariamente estable o resistente, ya que no sólo hasobrevivido al período autoritario, sino que también ha mostrado tener unalógica expansiva, pues si bien en un principio se pensó que este acuerdo corpo-ratista sólo afectaría a un segmento de los minusválidos, el resultado ha sidoque toda la población minusválida ha quedado afectada por un acuerdo de estetipo en cuanto a la satisfacción de parte de sus demandas y a la definición desus intereses.
La estabilidad o consistencia del acuerdo corporatista descrito en este artículo se explica por la relación de interdependencia en que las dos partes delacuerdo están envueltas. En la medida en que el Estado (ya sea autoritario odemocrático) considere que es responsabilidad suya garantizar el bienestar deun segmento de la población, dependerá de la organización que representa aesta población, a la que garantiza el monopolio de la provisión de bienestar asus miembros (siempre que, por supuesto, el Estado no considere posible odeseable, por las razones que sean, proveer bienestar directamente). Por suparte, la organización depende del Estado, en cuanto que es a éste a quiencorresponde refrendar o retirar su status público como organización que mono-poliza la representación de los intereses de sus miembros y la provisión de ser-vicios a los mismos14.
Sin embargo, en la medida en que el Estado considere su interés mantener esta relación de interdependencia (ya porque no pueda o no quiera proveerdirectamente los servicios de bienestar que la organización está proveyendo), laorganización disfruta de una fuente de poder que puede ser empleada siempreque un tercer actor amenace con trastornar su relación privilegiada con el Esta-do. En el caso que se ha analizado aquí, la solución a esta amenaza ha resultado 14 Sobre las relaciones de interdependencia entre el Estado y organizaciones privadas provee- doras de bienestar, véanse Kramer (1989) y Kuhnle y Selle (1992). Sobre relaciones de interde-pendencia entre organizaciones, véanse Emerson (1962), Jacobs (1974) y Mindlin y Aldrich(1975).
CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS en la extensión del acuerdo corporatista, según la cual la organización de cie-gos ha asumido nuevas responsabilidades públicas que ya no afectan sólo a losciegos, sino al conjunto de la población minusválida. Siguiendo la lógica de larelación de interdependencia entre el Estado y la ONCE, se podría argüir aquíque este resultado ha reforzado la situación de dependencia del Estado con res-pecto a la organización de ciegos, ya que ahora éste depende de la organizaciónno sólo en cuanto a la provisión de servicios para los ciegos, sino también encuanto a la provisión de otros servicios al resto de la población minusválida.
El argumento de la interdependencia entre el Estado y la organización debe servir para emitir proposiciones más serenas y menos sensacionalistassobre el carácter de la relación entre el uno y la otra. Durante el transcurso delasunto PRODIECU se acusó a la organización de ciegos de ser una suerte debrazo armado del partido en el gobierno. Con respecto a los ciegos, este tipo deacusaciones no son nada novedosas. Ya en 1835, el liberal Olózaga, intentandoexplicarse cómo el gremio de ciegos de Madrid había conseguido mantener sumonopolio de la venta de diarios y panfletos, reflexionaba de esta manera: «No se comprende qué secreta relación puede haber entre el partidoestúpido y retrógrado que ha dominado en España por espacio de diezaños, y estos infelices condenados a eterna oscuridad, [aunque pareceprobada] la protección decidida que en este tiempo ha dispensado a los ciegos la extinguida Sala de Alcaldes» (Olózaga, 1835: 17).
La organización de ciegos puede flirtear con el gobierno de turno a fin de procurarse las mayores garantías de que sus intereses serán respetados. Pero,como se ha argumentado aquí, la base del poder real de la ONCE no descansaen el tipo de contactos, a veces afortunados, otras tormentosos, que los ciegospuedan mantener con el gobierno de turno, sino en el hecho de que la organi-zación conserva, frente al Estado, el monopolio de la provisión de servicios debienestar para los ciegos. Y este monopolio le sirve ante cualquier color delgobierno, sea socialista o conservador. O, como cuenta Ferrer, absolutista oliberal, pues, antes que la ONCE, el gremio de ciegos de Madrid del siglo XIX «se amolda a las circunstancias como un diplomático de primera tijera, ycon todos come y de todos saca astilla» (Ferrer, 1851: 372).
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CORPORATIVISMO EN EL AREA DEL BIENESTAR. EL CASO DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE CIEGOS La literatura sobre corporatismo ha señalado la escasa probabilidad de que surjan acuerdos de tipo corporatista en el ámbito del bienestar. Esta literatura ha anticipado que, en caso de emergerun acuerdo de este tipo en el ámbito del bienestar, este acuerdo será promovido por organizacio-nes profesionales que operan en este ámbito. En contra de esta predicción, este artículo analizaun caso desviado, que hace referencia a la organización de ciegos españoles (ONCE), que mono-poliza la representación de intereses de los ciegos y la provisión de servicios de bienestar a losmismos. El artículo examina brevemente la naturaleza del acuerdo corporatista que tiene lugarentre el Estado y la ONCE, y explica cómo este acuerdo, limitado originariamente al caso de losciegos, se ha expandido sobre el conjunto del área de las minusvalías, de tal modo que la ONCEha conseguido no sólo controlar y gobernar el sistema de representación de intereses de otrosgrupos de minusválidos, sino también asumir políticas públicas que afectan a estos otros colecti-vos. Se argumenta aquí que esta expansión del corporatismo sobre el conjunto del área de lasminusvalías se explica por la relación de interdependencia en que el Estado y la organización deciegos están envueltos.
ABSTRACT
The literature on corporatism has pointed out that corporatist arrangements are unlikely to occur in the welfare arena. It has been predicted that for a corporatism arrangement to emergein the welfare arena, it will be promoted by professional groups. Contrary to these predictions,this paper analyses a deviant case, that of a corporatism arrangement promoted by welfare reci-pients, in this case, the Spanish blind. The paper briefly examines the nature of this corporatism arrangement, carried out by the State in conjunction with ONCE, the Spanish organization of the blind which monopolizes both the representation of the interests of and the provision ofwelfare services for the blind. The paper shows how this limited corporatism arrangement whichformerly only affected the blind, has expanded over the whole disabilities policy arena, in such away that the blind have managed both to govern the representation of interests of other organi-zations of disabled people and to take over public policies affecting these other groups of disa-bled. This expansion of a formerly limited corporatist arrangement is explained by the kind ofthe interdependent relationship in which the State and ONCE are involved.
  • REIS Nº 3. Julio-Septiembre 1978.
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    Epinephrine Salts – Medicinal Nitroglycerine – P & U Listed Syringe Waste Following is a list of each state and whether or not they are consistent with the EPA’s stance on Epinephrine Salts, Medicinal Nitroglycerine and P & U Listed Used Syringe Waste. Epinephrine Salts SUMMARY: Epinephrine Salts are not a P-Listed waste. DETAILS: USEPA Memo Dated 10/07/2007. Subject: Scope

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