Imp 08 culture 2004

En un currículo centrado en las necesidades comunicativas del alumno han adquirido protagonismo durante estos últimos años1los términos de ‘competencia’, ‘interacción’ y ‘negociación del sig-nificado’, en relación con el contexto, las producciones textuales yla eficacia comunicativa. La didáctica de dimensión comunicativano se centra, pues, en el desarrollo del sistema de la lengua en suproyección hacia las realizaciones del uso, ni tiene como fin últi-mo el dominio en abstracto de las estructuras que lo sustentan, si-no el uso de enunciados y de su adecuación eficaz a la comunica-ción. Las actividades de comprensión y producción se plantean enun contexto y en un marco textual con una función y un fin deter-minados, en los que no hay una simple descodificación/codifica-ción, sino la aplicación, de modo más o menos consciente, de unsaber comunicativo y textual entre diferentes interlocutores: se po-ne el acento en las destrezas de interacción como actividad habi-tual (oral y escrita) y en la mediación cultural entre sujetos conlenguas diferentes. En relación con otros procedimientos, la con-versación cara a cara2 resulta privilegiada, al reunir en el mismocontexto espacio-temporal a los interlocutores que observan lasreacciones de la interacción al hablar, la acumulación de conteni-dos y su reformulación a través de diferentes estrategias; la con-versación espontánea, el diálogo, es parte integrante de la vida co-tidiana y resulta, en definitiva, más responsable que la escritura dela construcción de esa misma realidad (Gallardo Paúls, 1997). Lavida cotidiana del individuo, se suele afirmar, puede considerarse De estas cuestiones nos hemos ocupado en San Vicente (2003), artículo al que remitimos para la bibliografía esencial sobre este tema.
Queremos señalar que la red, en pocos años, como es sabido, ha ido convir- tiendo en más real la situación comunicativa entre los hablantes, al introducir mediostan inmediatos, como la comunicación mediante imagen acompañada de la posibili-dad de añadir textos escritos. en relación con la puesta en marcha de un aparato conversacionalque mantiene, modifica y reconstruye continuamente su realidadsubjetiva. Por otra parte, la conversación, expresión prototípica dela interacción social, hace aflorar estructuras lingüísticas subya-centes (relativas a la construcción de la frase y del texto), con fre-cuencia ausentes o marginadas en la producción escrita. La con-versación está estructurada y regulada por normas y principiosque todos los usuarios comparten y aplican sobre una base coo-perativa. Estas normas y principios regulan los turnos y equilibransus proporciones, indican de qué se puede hablar y cómo puededecirse o corregirse en relación con lo que se pretende obtener.
La conversación, incluso en su formulación más elemental y coti-diana, puede parecer un objetivo inicial de fácil logro, pero la ex-periencia nos demuestra que conviene articularla con otro tipo deobjetivos parciales que suelen ir entremezclados, como es el saberargumentar, narrar, exponer, etc., para cuyo conocimiento convie-ne acercarse a los géneros del discurso en sus diferentes registrose incluso sociolectos. El planteamiento abarca, pues, los ámbitosprofesionales y de especialidad para los que las unidades comuni-cativas, sedimentadas en actos lingüísticos, marcadores discursi-vos, fórmulas de cortesía, etc., resultan de este modo marco de es-tudio privilegiado en la didáctica de enfoque comunicativo.
Los términos que hemos ido jalonando quedan bien asumidos en la actividad investigadora para la que la pragmática es “El estu-dio de los principios que regulan el uso del lenguaje en la comu-nicación, es decir, las condiciones que determinan el empleo deenunciados concretos emitidos por hablantes concretos en situa-ciones comunicativas concretas, y su interpretación por parte delos destinatarios” (Escandell Vidal, 1993: 16), y por la que los co-nocimientos formales, comunicación y cultura, no son, por otraparte, hechos escindibles sino que nos llevan a procesos conti-nuos de creación de un sistema de interlengua y de intercultura,es decir, de la pragmática como una perspectiva general cognitiva,social y cultural de los fenómenos lingüísticos en relación con suuso. Hemos puesto cierto énfasis en la conversación, en cuanto laconsideramos un punto de encuentro entre las posibilidades delas nuevas tecnologías y las actuales teorías sobre la didácti-ca/aprendizaje y autoaprendizaje. Una comunidad de lengua seidentifica no sólo en los usos denominados gramaticales sino tam-bién en un sistema discursivo. Reconoce tanto los medios por losque se actualiza el discurso como el acontecimiento social del dis-curso mismo. Los hablantes de una misma lengua comparten unrepertorio de prácticas discursivas experimentadas que consideran adecuadas y al aprender una lengua extranjera, se sorprenden deque las prácticas sean diferentes. Del mismo modo que se señalancon claridad usos lingüísticos diferentes, en términos fonéticos pe-ro sobre todo léxicos o sintácticos, entre hablantes de la mismalengua según regiones, edades, géneros (mujeres, niños, etc.) yclases o grupos sociales (los jóvenes, los pijos, etc.), existen tam-bién diferencias discursivas. Aunque hasta ahora han sido pocoestudiadas en la didáctica del español LE, habrá que observarlas,como se hace con los ingleses regionales (Gran Bretaña, EE. UU.,Australia, India), con las claras diferencias existentes entre el espa-ñol de España y de América. Desconocer los usos gramaticalespuede llevar a incorrecciones, ambigüedades o malentendidos decarácter referencial, pero los errores en las prácticas discursivassuelen ser de mayor importancia, en cuanto afectan a la imagen, alos roles sociales y a los valores comunicativos de cuanto se estádiciendo. A veces estos valores no resultan claros y no sólo por-que haya dificultades de tipo prosódico, sino porque somos cons-cientes de que estamos utilizando prácticas discursivas diferentes;por eso utilizamos procedimientos metalingüísticos para aclararlos(“¿me está haciendo una pregunta?”, “¿puedo hacerle una pregun-ta?”, “¿es una promesa?”, etc.), si bien esta práctica no resulta ade-cuada en todas las ocasiones. También es frecuente que el hablan-te de una L2 tenga dudas sobre el grado de cortesía que está utili-zando, no sólo en términos de urbanidad sino también en térmi-nos de respeto de las imágenes de quienes interactúan en una si-tuación comunicativa. Es una cuestión plena de sutilezas: proba-blemente un hablante europeo al hablar una L2 no tenga dudas ala hora de conocer el valor ilocucionario de una afirmación o deuna pregunta, pero tendrá más dificultades a la hora de mitigarloso de encontrar las formas indirectas de llegar al resultado desea-do3. Del mismo modo, puede desconocer las implicaciones socia-les y culturales de determinados actos lingüísticos. La cita, el hu-mor, la ironía, la cita encubierta, se suelen basar a menudo en co-nocimientos culturales y en prácticas lingüísticas establecidas.
Destacamos con A. Tusón (1997: 37) que “en muchos casos, el hu-mor se basa precisamente en la interpretación literal de lo quetendría que ser interpretado indirectamente”. El aprendiz de unaL2 se encuentra en ocasiones en esta situación, conoce el sentidoliteral pero no sabe darle sentido e interpretarlo pragmáticamen- La bibliografía es muy extensa y remitimos para ella al manual de Calsamiglia te4. Llegar a un grado tal de competencia requiere ciertos conoci-mientos culturales y lingüísticos inferidos y adquiridos en diferen-tes momentos del aprendizaje. Los vamos apuntando aquí, en es-tas notas, con el intento de trazar un perfil manejable de lo quepuede ser la conciencia lingüística de quien aprende el españolcomo LE y pretende utilizarlo en el territorio peninsular o con ha-blantes del mismo.
Las lenguas nos permiten hablar y también codificar lo que de- cimos en signos gráficos, escribir, pero quizá sea el hablar y el ha-blar con los demás, conversar, dialogar, “tertuliear”, charlar, lo queconstituya su fundamento más profundo. El escribir lo sentimoscomo algo instrumental e insatisfactorio que apenas da cuenta detodos los componentes paralingüísticos que contribuyen a la codi-ficación de nuestras intenciones. Al escribir no parece contrapo-nérsele otra actividad, sino otras actividades expresivas; en cam-bio, si mencionamos el hablar surge el antónimo callar 5. Las cul-turas, es sabido, valoran el discurso/silencio de manera diferente,de modo que, a grandes rasgos, entre occidentales y orientales sesuele señalar casi una abierta oposición, estereotipada, en susapreciaciones (Cristal, 1993). Mientras para los occidentales el ha-blar, el diálogo tiene una clara finalidad social, y el silencio indicafalta de interés e incluso hostilidad, los orientales (así como los es-quimales y otros pueblos) valoran el silencio y “no estimulan laexpresión social de las ideas”. Las prácticas discursivas orientales, No podemos abarcar en esta exposición numerosas cuestiones implicadas en la conversación y que han sido objeto de estudio por parte de la pragmalingüísticaen sus diferentes sectores, análisis de la conversación, actos lingüísticos, cortesía,etc., de las que pueden encontrar referencia en la bibliografía final en Bravo, Briz,Searle, Grice, Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls, entre otros.
R. Montero, una de las escritoras y ensayistas españolas más afianzadas, publi- có en El País Semanal (15.08.04) un artículo con el título “Mentiras, mentirazas ymentirijillas”, del que extractamos lo siguiente: “Hace unos meses se hizo un curiosoestudio, ya no recuerdo dónde, sobre la mentira y los medios que usamos para co-municarnos. Resulta que donde más se miente es a través del teléfono; después semiente también bastante cara a cara, y, por último, con lo que menos se engaña escon las cartas y el e-mail. Lo cual me resulta fascinante: se diría que la escritura po-see una autenticidad especial, que nos sale más directamente del corazón. Aunquetambién es probable que temamos más su perdurabilidad, puesto que puede ser usa-da como prueba, mientras que las palabras se las lleva el viento”.
fuertemente ritualizadas, contrastan con el uso que se hace de losaclaradores metadiscursivos en las occidentales. Los españoles ylas españolas, tenemos, en general, fama de habladores, con algu-nas especificidades regionales más acentuadas que distinguen,con los correspondientes estereotipos, las zonas mediterráneas yandaluzas de las castellanas y norteñas. La tradición de la tertulia,literaria o no, de café, de casino, es característica de ciudades e in-cluso de los pueblos. Hay muchos lugares para hablar y socializar;quizá entre los más en boga se hallen las terrazas. En España, sehabla con la televisión encendida, mirando la televisión, hablandoy comiendo6. En español si se afirma de dos personas que “no sehablan”, indirectamente se señala que están enfadadas; por elcontrario, el hablar, como señala DRAE (2001) puede, o mejor,pudo, significar también: (acepción 11). ‘Tener relaciones amoro-sas con otra persona. Gil habla con Juana.’ La palabra diálogo, enel mismo lugar, es definida como ‘Plática entre dos o más perso-nas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos’. Podría-mos adaptar afecto, término que también aparece en la definiciónde cortesía, con el término más neutro y actual de solidaridad, siespecificamos que al conversar, y esto es un tópico bien arraigadoy científicamente demostrable, los españoles se quitan la palabra“como signo inequívoco de participación en lo que el otro está di-ciendo”. Una conversación, incluso la espontánea, se halla comohemos dicho, estructurada y regulada por normas y principios quetodos los usuarios comparten y aplican sobre una base cooperati-va. Estas normas y principios regulan quién tiene la palabra, cuán-to puede decir, qué puede decir y cómo puede decir lo que quie-re decir (Miranda Utrilla, 2000: 26). El silencio parece producir in-comodidad: en español sólo se invoca el silencio mediante el ¡ca-lle (calle)! cuando algo que se está contando produce extrañeza,so pena de que se llegue a interpretar como estímulo conversacio-nal. Podemos contar la siguiente anécdota: un adulto acude a casa de su hermana (lo hace habitualmente) y encuentra a su cuñado en la terraza ojeando un libro conel televisor encendido (noticias de las nueve). Se inicia la conversación y se mantie-ne durante varios minutos con el televisor encendido a elevado volumen. Finalmen-te, pide si por favor se puede apagar el televisor a lo que se accede reduciendo con-siderablemente el volumen (Julio 2004).
El paso de un estado unitario y centralista a otro pluralista y descentralizador basado en la Constitución de 1978 reabrió, co-mo se sabe, el tema del plurilingüismo en España, apenas deba-tido en el breve precedente del período republicano de 1931-1936 (San Vicente, 2001). La consolidación del estado autonómi-co ha permitido tratarlo en profundidad y consolidarlo a travésde un proceso legislativo que ha afectado fundamentalmente alas comunidades bilingües (Galicia, País Vasco, Cataluña, IslasBaleares y Comunidad Valenciana) en la administración, en losmedios, en la vida cotidiana, escolar y universitaria. De esta últi-ma, de la Universitat Politècnica de Catalunya, podemos leer untexto extrapolado de la red, en el que seguramente hemos defor-mado una situación que tiene aspectos más positivos que el pre-sentado y que favorecen fundamentalmente el uso del catalán.
No obstante, resultan evidentes la normalidad del catalán, lacondición del castellano de lengua “huésped” y la facilidad conla que cualquier estudiante puede entenderse en ámbito románi-co7. El texto es el siguiente: El catalán: la lengua de Catalunya.
“El ámbito de implantación territorial de la UPC es de Cataluña.
Cataluña tiene como principal signo de identidad cultural unalengua propia: el catalán. El catalán es, así, la lengua propia de laUniversitat Politècnica de Catalunya, que la utiliza como vehícu-lo de expresión normal. Asimismo, y según establecen los Estatu-tos de la Universidad, “la UPC acoge la lengua castellana (espa-ñola) en recíproca convivencia con la catalana, en igualdad dederecho para todos los miembros de la comunidad universitaria,sobre la base del respeto a la libertad de expresarse en cada ca-so en la lengua que se prefiera (Art. 8)”.
Hemos planteado el tema en ámbito universitario, pero deja- mos a la interpretación y experiencia del lector otras situacionesde práctica comunicativa, de la que en la experiencia universita-ria no faltan ecos de los estudiantes Erasmus. Cierta sociolingüís-tica se ocupa de estos temas, con creciente interés, por el de- Completamos la cita: “Durante tu estancia en la UPC podrás comprobar que en el desarrollo cotidiano de las actividades académicas se utiliza con mucha fre-cuencia la lengua catalana. Este hecho no te debe preocupar, pues el catalán es unalengua románica, con muchos rasgos en común con el francés, el italiano, el portu-gués o el castellano”.
sarrollo actual del castellano en comunidades bilingües8. Parecenya lejanas las situaciones heredadas de la España franquista en lasque la escuela adquirió un sensible peso en el control ideológicoy en la que se afirmaban las manifestaciones lingüísticas asociadasal eje del poder, militar, religioso, familiar como principio natural yno social, y en la que se asentó, junto al centralismo estatalista, laidea afín de que hablar bien consistirá en seguir el modelo fónico ygramatical castellano, evitando desviaciones jergales y dialectalesconsideradas como deformidades o impurezas erradicables. El cambio hacia la utilización de dos lenguas en una misma co- munidad y hacia varias lenguas en un mismo Estado ha originadoactitudes diferentes en las que no se puede prescindir de ciertasideas bien asimiladas en la cultura dominante, como la de la gran-deza del imperio romano y la expansión de la lengua latina, la ex-tensión del inglés merced a su imperio económico y militar, la biu-nivocidad en definitiva de Estado y lengua y la necesaria extensiónde los usos lingüísticos a todas las situaciones públicas y privadas.
Algunos hechos, como la presencia de un mismo, o equivalente,sistema de escritura en varias lenguas, incluso muy lejanas, y lacontinua contaminación entre lenguas y culturas nos ponen en elcamino de una evolución lingüística y cultural que, lejos de ser rec-tilínea, manifiesta un gráfico reconstruible pacientemente a travésde líneas convergentes y divergentes, de ramas sorprendentementerobustas y de zonas densamente sombreadas que desaparecen.
El interés por la norma y la elocuencia, sobre todo en términos profesionales, medios de comunicación, comunicación profesio-nal, política, etc., es evidente a través de la publicación de nume-rosos manuales y estudios en estos últimos años; la preocupacióncorre paralela al descuido que filólogos y lingüistas advierten enlos usos comunicativos. Aunque la bibliografía sobre este tema enlos nuevos medios va en aumento9, tal vez convenga tratar un uso“emblemático”, con una aproximación pragmática: “Hola, acabo Cfr., entre los más recientes, el estudio de Sinner (2004) para el español habla- Las referencias clásicas a los manuales de estilo y de comunicación pueden re- sultar a estas alturas innecesarias, por conocidas. Se puede seguir su curso en obrasactualizadas, como la de Hurtado González (2003).
de terminar mi licenciatura en filología hispánica y me gustaria(sic) trbajar (sic) como profesora de español para extranjeros, es-toy haciendo cursos sobre este tema pero queria (sic) saber si esmuy dificil (sic) encontrar trbajo (sic) en una academia si apenastengo experiencia. La verdad es que tenia (sic) muchas ilusiones yapenas nos dan a los que empezamos una oportunidad. Qué medecís?” Este es un texto trascrito literalmente y puede ser representati- vo (¿de época?) del registro de la lengua en la red; al haberlo to-mado de una lista de distribución dedicada a profesionales de laenseñanza de E/LE, merece la pena destacar la creciente intensi-dad con la que su autora (el texto no va firmado), a la búsquedade trabajo, se manifiesta involucrando a sus compañeros. Pareceuna chica muy franca e inmediata, quizá algo descuidada (erroresgráficos, ortográficos, repeticiones, uso de pero, “haciendo cur-sos”) al presentarse como futura profesora de español. Los lecto-res, probablemente son, en buena parte, compañeros de profe-sión, quizá también en situación precaria y se hallan incluidos enel “apenas nos dan a los que empezamos una oportunidad. Quéme decís?”. Paradójicamente, este texto se podría presentar a losaprendices con las siguientes preguntas: a) -¿Podrías corregir loserrores? b) -¿Te parece que respeta las normas de cortesía entrecompañeros c) -¿Te has fijado en cómo se despide? Y alguna queotra reflexión: a) - ¿Hubiera sido comunicativamente correcta laforma “pero desearía saber si resulta muy difícil”, b) ¿Te has fijadoen el uso de pero?, c) - ¿Te has fijado en la repetición del uso deapenas?, d) El receptor del mensaje ha aparecido implícitamenteincluido en formas pronominales y verbales, pero su mención re-sulta explícita en el español peninsular estándar a través de lasformas pronominales de segunda persona singular y plural y me-diante el Ud./Uds. de tercera persona10, e) Valora lingüística y co-municativamente el mensaje.
Las observaciones podrían ser las siguientes: los parámetros para diferenciar el trato con el interlocutor son distancia/proximidad, respeto/confianza, poder/solidari-dad, formalidad/informalidad, ámbito público/privado, conocimiento/desconoci-miento. Las combinaciones pueden ser numerosas y determinar unos usos u otros.
En la sociedad española, en los actuales momentos de cambios de valores con ten-dencias democratizadoras e igualitarias, algunos usos tradicionalmente asimétricoscomo jefe/subordinado, camarero/cliente o profesor/estudiante parecen evolucionarhacia el uso simétrico. Es un tema que merece un tratamiento de contraste cultural.
Para el caso del italiano se pueden consultar Lenarduzzi (1993) y Guil (1999 y1999b).
Es cada vez más evidente que los socialistas, gobernantes ac- tuales de España, quieren reabrir el pacto del consenso que se es-tableció en la transición y que significó tabuizar determinados te-mas: en particular, el de la última guerra civil española, o, si sequiere, el de las “dos Españas”. Es, sin duda, uno de los temasmás conflictivos de la política actual: el uso de los términos ‘co-munismo’, ‘radicalismo’, ‘cal viva’, ‘ambiente del 36’11, con los queel PP, actualmente en la oposición, ha estimulado el crispado cli-ma político, no significa que no se vaya a hablar del tema; y aun-que no todos lo deseen, podría volver también a discutirse el sis-tema político (otro de los temas pactados en la transición), graciasal protagonismo de “Esquerra Republicana de Catalunya” en la au-tonomía catalana y a sus relaciones con el gobierno socialista. Nohay temas tabú en la política, el terrorismo es un tema que preo-cupa tanto a nivel internacional como nacional. El Plan Ibarretxese halla abierto y es tema de discusión, tanto autonómico comonacional, aunque no falte la crispación12.
Parece confirmado el anteproyecto de ley (30-9-2004) por el que pueden contraer matrimonio las personas del mismo sexo; ¡lacatolicissima España, aconfesional en términos constitucionales,se pone a la vanguardia social de países como Holanda y Bélgica!Y ya que el anteproyecto no lo prohíbe, los matrimonios constitui-dos de este modo podrán adoptar hijos, siempre que las legisla-ciones de los países donantes lo permitan (por ahora, al parecersólo los europeos mencionados y algunos estados de Canadá). Lareacción de la Iglesia ha sido inmediata y el tema queda ahorapendiente del debate parlamentario, en el que cuenta con la opo-sición del PP. Con las obvias censuras implícitas en medios aline-ados con determinados partidos, en cualquier lugar se puede ha-blar de política o escuchar hablar de política, aunque tal vez sea laradio y no la televisión el lugar más adecuado para observar conmayor libertad cómo van las cuestiones políticas en España. El 23-F, la noche de los transistores, fue decisivo en el protagonismo ra- Las menciones no faltan. La última ocasión (1.10.2004) en la inauguración del XV Congreso del PP. La respuesta socialista a esta actitud se ha concentrado en el tér-mino talante, utilizado inicialmente por Rodríguez Zapatero y de cuyo éxito dancuenta las continuas paráfrasis y parodias Por ejemplo, el presidente de la Asamblea de Extremadura, Rodríguez Ibarra suele dar ejemplos de reacción ante el nacionalismo catalán y su falta de solidaridadinterautonómica.
diofónico ligado a las cuestiones políticas. (Volveremos a los usosde la política al tratar las cuestiones de lenguaje e ideología).
No es la televisión ágora política. La preocupación por dar ca- lidad a la pública llevó al anterior gobierno a constituir un conse-jo de sabios para su enmienda. Y es que, a menudo, se comenta yconstata que los programas de televisión en España son un con-centrado de basura en los que puede verse y oírse de todo. Losprogramas denominados “de cotilleo”, como Tómbola o Salsa Ro-sa, son el receptáculo habitual de una barahúnda de insultos ymal gusto en los que frecuentemente se lavan los trapos ajenos ylos propios a través de confesiones autobiográficas, generalmentebien pagadas. De su interés y audiencia es suficiente con consul-tar la programación de algunas cadenas, sobre todo privadas, pa-ra observar su importancia económica y social durante estos últi-mos años. En los mencionados programas, las alusiones a las cos-tumbres sexuales suelen ir acompañadas de insultos relacionadosgeneralmente con la condición de vendedor del propio sexo13.
Que el sexo no es tema tabú lo observamos también en la prensaescrita, esta vez en Tentaciones, cuadernillo semanal de El País,solvente periódico español con reconocimiento y difusión interna-cional, en el que hay una sección dedicada al Sexo, denominadaConsultorio; en la del 13.08.2004, encontramos respuestas a las si-guientes preguntas anónimas ¿Podrías explicar formas de mastur-bación o modos de darme placer yo mismo? Las explícitas y clarasrespuestas a los anónimos escribientes corren a cargo de Vampi-rella, que logra un tono comunicativo inmediato y claro, y conuna expresión que consideramos correcta. En TVE, en la progra-mación otoñal de 2004 (“Dos rombos” viernes por la noche) sehabla del mismo tema con el mismo tono, con la participación delos televidentes, esta vez con el acompañamiento de dibujos, imá-genes y comentarios verdaderamente sorprendentes para otras la-titudes europeo-mediterráneas.
Esto lo observamos, por ejemplo, en un programa concurso de formato euro- peo (y, por tanto, de interés para comparar costumbres, etc.) denominado Allá tú yemitido por Tele 5. En la emisión del 9 de agosto de 2004, el presentador, conocidopor haber declarado públicamente su condición homosexual masculina, fue estable-ciendo un grado de creciente empatía con el concursante, de evidente representacióngay, condición a la que no faltaron alusiones muy explícitas (tu pluma, etc.); el gra-do más elevado de afinidad se produjo cuando el presentador interpeló al concursan-te con “de maricón a maricón”.
El hablar de toros no es un tema tabú en España, ni tampoco en diferentes países de Hispanoamérica (en especial de la zonacentral: México, Venezuela, Colombia), algunas zonas del Sur deFrancia y en Portugal. Numerosas tertulias, públicas o privadas,radiofónicas o televisivas, tienen la finalidad de hablar del deno-minado ‘mundo del toro’. Torero y dama noble es un binomio degrandes potencialidades mediáticas. Premios literarios han trans-formado, y siguen transformando, el mundo de los toros en narra-ciones, poesía, teatro, etc. La expresión taurina utiliza un léxicopropio y original del que se halla bien permeada la lengua espa-ñola, y por el que los estudiantes de español LE se muestran inte-resados14. De lo que generalmente no se habla en las menciona-das tertulias o programas informativos es de los discutidos aspec-tos éticos de la fiesta que dividen a los españoles en dos bandos,opuestos, con la consabida parte de indiferentes. Un entorno decreación con profundas raíces artísticas y literarias tiende a desta-car el aspecto de la lucha entre el toro y el hombre, con un anta-gonismo que suscita partidarios.
La crónica de un día del mes de agosto en el que se celebran numerosas corridas en una España en fiestas da lugar a muestrascomo la siguiente: “El encuentro entre la cabeza del caballo a po-cos centímetros de la cara del toro parecía venir del fondo de lossiglos. Formaban un lenguaje que el hombre no puede descifrar”.
Como resulta difícil descifrar a Elias Canetti: “caballos que no ne-cesitan pienso: se alimentan con el ruido de su galope”. Y nadadigamos del legendario dicho árabe: “El honor reside en las crinesde los caballos” (J.L. Merino, El País, 15.08.04). Son momentos ex-celsos, de contacto entre animal y hombre, henchidos general-mente de retórica, de mala y buena retórica. Ahora bien, si inver-timos la situación, puede que aparezca un registro insultante: “loscaballistas, auténticos pinchaúvas” (ibídem) o “El Fandi puso eltiovivo en marcha en el primero”, por parte de J. Ortega (El País,15.08.04). Por parte del toro es la casta y la bravura la que lostransforma en auténticos dioses o en simples vacas: “que no que- Las aproximaciones didácticas al tema no faltan en revistas para español LE.
Queremos mencionar aquí la obra periodística de Joaquín Vidal, recientemente desa-parecido, cuyos artículos periodísticos fueron la admiración de numerosos lectoresde El País por haber sabido sacar a la crítica taurina de los lodos casticistas con unelevado tono crítico y social y un fino sentido del humor. Cfr. Vidal (2002).
remos ver vacas. Que traigan toros, que para eso se paga” (T.
Blanco en El País, 15. 08.04). Con lo que llegamos al público quejuzga la tarea, concede premios, con el “beneplácito de la autori-dad” y que es el que paga el espectáculo: “Tan mal mataron queal público los rejones le salieron a precio de oro” (J.L. Merino, ElPaís, 15.08.04).
Podemos recordar que existen algunos ideomas relativos a di- ferentes culturas: la reputación moral en la sociedad china, el res-peto máximo a los ascendientes familiares (en la ecuatoriana), elcelo a la privacidad en la cultura anglosajona, la expresión de laautoafirmación en la española. Este último, lo hallamos reafirma-do por Briz (2004: 86) con las siguientes palabras: “Uno de loscontenidos fundamentales de la imagen de autonomía española[según la propuesta de D. Bravo] es la expresión de “mostrarseoriginal y consciente de las buenas cualidades propias”; junto aéste, el del honor u honradez, del orgullo – familiar, laboral, deamistad – la palabra dada, del mismo modo que la confianza, es elideal de la imagen de afiliación. Javier Marías (El País Semanal, 12.9.2004: 120) propone el si- guiente texto: “Aquí [en España] hay que ser frontal y bruto, la es-trategia se desprecia y casi se desconoce, la cerrazón se aparececomo cualidad suprema, la simulación, la paciencia y el meandroestán muy mal vistos, es difícil imaginarse a un Maquiavelo ibéri-co. Hasta el mayor ejemplo de jesuita público de los últimos años– el ex-padre Arzallus – ha tenido siempre una actuación políticamás propia de primitivo trabucaire carlista que de evolucionadopríncipe vaticanista: sus palabras tronaban con chulería y erizabana sus oyentes, nunca llovían con mansedumbre hechizante ni lospersuadían”.
La combinación de franqueza, orgullo, originalidad y falta de estrategias discursivas o negociadoras, puede resultar poco atrac-tiva para estudiantes ingleses o suecos, en los que parece predo-minar el respeto de la imagen igualitarista y social. En el textoaparecen algunos estereotipos de la cultura española (y europea)interpretables, según J. Marías, positivamente, como son jesuita,maquiavelo, príncipe vaticanista, o evidentemente negativos: tra-bucaire carlista, chulo. Arzallus, en cambio, ex líder del PNV, esel objeto de la acusación, pero si sus palabras mueven a la accióny no persuaden, se supone que lo hacen con un público de mili- tantes convencidos, dispuestos a la acción y no al diálogo persua-sivo. A nuestros estudiantes, para evitar el insulto, les podríamosproponer el siguiente ejercicio después de haber señalado algu-nos recursos atenuadores: ¿Cómo reescribirías la acusación sin im-plicar a los militantes?15 Quizá quede todavía en algún rincón de la geografía española el cartel de “Se prohíbe blasfemar”, tan habitual en los bares de laépoca franquista y a cuyas motivaciones sociopolíticas hemos he-cho breve referencia más arriba. La palabrota, el taco, que nosiempre tienen por objeto la religión como la blasfemia, aparecenfrecuentemente intercalando la expresión, sobre todo de una ju-ventud,16 a la que en ningún modo queremos ligar con el valorsimplificador de la disfemia. En la interacción lingüística puede aparecer determinado tér- mino o expresión, que vehicula una intencionalidad insultante yque sitúa al hablante, objetiva o subjetivamente, ante la alternativade poner fin a la comunicación verbal o de dar a cambio una res-puesta del mismo tono. No todas las culturas responden del mis-mo modo a las agresiones verbales en forma de insulto, pero almenos en la española se suele desatar, y a veces destacar, el inge-nio verbal con evidentes riesgos, no obstante, de que se pase a laamenaza o a la agresión física. La Real Academia coloca ambossignificados muy próximos en la definición de insultar: “Ofendera alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones”. No obstante, existen palabras que resultan denigratorias para algunos hablantes y no lo son para otros (“No insulta quien quie-re.”); es más, incluso el límite entre eufemismo y disfemismo re- Conviene recordar que prácticamente siempre, en cualquier interacción, se op- ta por un nivel de cortesía, incluso en la que tiene una función estrictamente infor-mativa. Las estrategias de cortesía quedan en suspenso, según Calsamiglia Blancaforty Tusón Valls (1999: 163) en las siguientes ocasiones: situaciones de familiaridad, si-tuaciones de relación jerárquica (de superiores a inferiores), situaciones de urgencia,situaciones en las que hay voluntad de clara agresión.
Podemos remitir al comienzo de la novela Historias del Kronen de J. A. Mañas, publicada en 1994 y posteriormente llevada al cine. Fue una obra de gran éxito quepropuso el protagonismo de los jóvenes en el género novelesco más actual. En estesentido, puede consultarse el diccionario de argot de J. Sanmartín Sáez (1998) queutiliza entre sus ejemplos obras literarias.
sulta a veces borroso, sobre todo si se confunde el significado delas palabras con los sentidos que adquieren en la forma contextualde los actos de habla. Por otra parte, la persona que recibe un in-sulto puede no ofenderse sino considerarlo un hecho dignificante,de aceptación de la propia diversidad, hecho que suele actuar deestímulo para quien intenta ofender; identificaciones raciales e in-cluso de color o de sexo pueden ser ejemplos claros que el ha-blante percibe como elementos de solidaridad; puede llegar tam-bién a ser considerado una muestra de ingenio (Luque et alii,1997: 19), como se manifiesta en determinados géneros teatralesde la época áurea o de sus evocaciones posteriores. El aspecto so-lidario parece derivar del mecanismo por el que se crean los in-sultos y que consiste en asociar a lo bajo o despreciable lo que bá-sica o culturalmente consideramos como tal y por tanto quien for-ma parte de un grupo racial, étnico, difícilmente podrá ofenderse. En la (cultura) española es la palabra “puta”, en sus expresio- nes malsonantes, uno de los insultos más comunes (Casas Gó-mez, 1986: 95), entre los que se halla imbricada la familia en susrepresentantes femeninos: la madre, la mujer (C.J. Cela, el más re-ciente nobel español, se ocupó del tema en repetidas ocasiones).
Pero el asunto no parece alejarse mucho de otras lenguas, comoel bereber, el chino, el ruso o el inglés. De hecho, entre los me-canismos que la lengua española utiliza convencionalmente parael desprecio, además de determinados afijos (tanto aumentativoscomo diminutivos) “puta/puto”17 pueden anteceder a cualquiersustantivo, cargándolo de desprecio. No son las únicas formasexistentes, ni mucho menos; hay otras, como determinadas cole-tillas con referencias sexuales (“de los cojones”) o escatológicas(“de mierda”). Valga como testimonio de lo mencionado y de otras cuestiones, explícitas en el texto, la siguiente cita de “La mariposa y el mariposo”, de A. Pérez- Reverte (El Se-manal, n. 874, julio 2004), uno de los autores españoles de mayor éxito y proyec-ción internacional: “Pero el caso es que, en mitad de esa Mancha a menudo incapazde estar culturalmente a la altura de lo que su hermoso nombre exige, no todo esdesolación. Niet. [.] Una mariposa y un mariposo, supongo pues esta última, o últi-mo, persigue a la primera con ávido revoloteo. [.] está a punto de alcanzar a lahembra, en ese momento, como digo, mi coche pasa a ciento veinte kilómetros porhora [.] paro a echar gasolina y miro el radiador, los veo allí escalfados [.] más tie-sos que mi abuela, mientras pienso hay que joderse. [.] Se las ha cargado el Rever-te con un puto Golf. En La Mancha, hasta las mariposas van de culo.
El racismo se manifiesta hacia árabes y musulmanes18 – fruto sin duda de la larga convivencia pasada y de la proximidad geo-gráfica –, así como hacia gitanos y judíos. Además de la crónicaperiodística actual, las huellas lexicográficas, tanto de palabras co-mo de proverbios y refranes, son numerosas; las más recientes nopueden sino reflejar el tema de la inmigración que tanto preocupaa la sociedad española actual: sudaca, moraco, etc. (en América loes hacia indígenas). Pero si esta puede ser característica de otrospueblos europeos, como franceses e ingleses, lo característico deEspaña y del español es la mención de los vecinos regionales,consecuencia tal vez de una modernidad y contemporaneidad vi-vida hasta años recientes en continuo conflicto o guerra civil; tam-bién en este caso, el refranero da muestras evidentes de reflejo deuna situación social: “antes moro que (X)”. Otros temas son la re-ligión, los defectos físicos19, o las características psicológicas. La lengua española tiene un abundante repertorio de insultos, reflejo de una historia y una forma de ser (Celdrán, 1995; Luque etalii, 1997: 5-6), que es generalmente manifestación de conflicto,pero, en determinados ambientes o situaciones, de familiaridad; elinsulto supone un vínculo de solidaridad. Estudios recientes (Gó- También se manifiesta hacia o contra los negros. Las expresiones y frases he- chas reflejan la evidencia de una situación de esclavismo fuertemente activa en lamodernidad española (siglos XVIII y XIX) y con vestigios en el colonialismo españolen África hasta finales de los años sesenta. No faltan referencias legales sobre estosusos y su abolición a finales del siglo XIX. La Constitución de Cádiz se refiere a la po-sibilidad de que los libertos pudieran ser considerados españoles. Que el espíritu ra-cista contra los negros aletea en palabras y actitudes lo observamos de vez en cuan-do en la prensa. Para muestra, el revuelo que provocaron en Inglaterra las palabrasdel seleccionador nacional de fútbol al mencionar la frase: “Dígale al negro queusted es mejor”. Para comprender un poco mejor la frase, tal vez sea suficiente seña-lar que usted tenía como referente un seleccionado español y que el negro aludidoera un jugador francés. El episodio aparece reflejado en la prensa de los días 7, 8 y 9de octubre de 2004. Un aspecto importante de lo políticamente correcto es el tratamiento léxico de las denominadas personas discapacitadas. Esta denominación parece ser la másaceptable para un colectivo constituido en España por unos tres millones de perso-nas que a menudo buscan romper con las barreras de la exclusión. La CE de 1978 enel Art. 49 se refiere a los actuales discapacitados como disminuidos físicos, sensoria-les y psíquicos, pero ni ésta ni otras acepciones, como persona con minusvalía o mi-nusválido han sido socialmente aceptadas. No podemos trazar aquí la historia de estacuestión a pesar de su reciente renovación. Podemos apuntar que subnormal es uninsulto actualmente frecuente en la sociedad española y era término oficial (juntocon subnormalidad); una Orden del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, quedesarrollaba el Decreto 348/1986, intentó sustituir por las mencionadas minusvalía yminusválido, sin aceptación social como hemos mencionado. Cfr. Marín Ruano(1999).
mez Molina), han puesto de manifiesto la preferencia en españolpeninsular (valenciano) por tres áreas semánticas: sexual, vincula-da al concepto del honor (hijo de puta, cabrón), intelectual (imbé-cil) y otra tercera relacionada con el mundo animal (cerdo) y, enalgún caso, con referencias sexuales. Las variables de sexo, edad ynivel sociocultural, así como la relación horizontal o vertical entrelos interlocutores, resultan determinantes a la hora de practicar elinsulto, utilizar determinadas áreas o bien de valorar sus efectos.
Los hombres utilizan más la primera área mientras que las mujeresprefieren la segunda, que resulta menos ofensiva y tiene ademásalgunas formas exclusivas. Los jóvenes, por otra parte, son quie-nes más utilizan el insulto, de ahí que en esta franja sea donde seproduce mayor renovación léxica (véase el éxito de capullo, porejemplo)20.
Cuando las palabras hablan por nosotros Cuando se estudia la relación entre lenguaje e ideología se sue- le optar por la perspectiva de análisis por la que el habla es unaforma de acción social y no únicamente un reflejo de la sociedaden que se produce. El concepto de ideología no debe entenderseen sentido político o religioso, sino como el medio ambiente en elque se tiene la impresión de que todo funciona según un orden“natural”: el impuesto por los grupos humanos que consolidan supoder y que lo representan como el único existente, con la obviamarginación o exclusión de otros grupos. Ha habido regímenes enlos que este orden natural ha sido impuesto como abstracción dela historia, pero aquí no nos referimos a una imposición política si-no a la ideología como conjunto de reglas, actitudes y comporta-mientos que se adquieren fundamentalmente a través del lengua-je.
El lenguaje, lejos de ser un espejo de la realidad, se ocupa (lo Sería interesante llevar la comparación a alguna comunidad (por ejemplo, de habla italiana) para tratar las diferencias que empíricamente observamos, como lapreferencia sociocultural por el área intelectual (cretino, idiota, stupido) en detri-mento probablemente de la sexual (figlio di puttana, bastardo, cornuto), que apare-cería como más conflictiva. Es curiosa, por otra parte, la extensión de adjetivos delárea intelectual al de la educación: ignorante tiene entre sus significados el de ‘sineducación’. También parece ser más común en italiano el insulto de origen racial(marocchino), menos presente actualmente en la cultura española.
hacen expresamente algunas instituciones educativas destinadas aeste fin), de asignar a la experiencia humana categorías concretas:precisamente nombrando esa realidad e imponiendo con ella lascategorías gramaticales apropiadas, segregando formas populares,jergales, etc., en el caso del español y de las culturas europeas do-minantes, una norma que es generalmente escrita y de ideologíamasculina. Ahora bien, nos aparece, al menos, muy acertada laafirmación de Mercedes Bengoechea Bartolomé (1999: 136) cuan-do dice que “Calificar algo de ideológico significa reconocer suhistoricidad, su temporalidad. Ayuda a sustraer la noción de “uni-versalidad”, “inevitabilidad”, “naturalidad” y caer en la cuenta deque las cosas pueden – y quizás deban – ser de otra manera”. Estamos tan acostumbrados al estereotipo, es decir, a un fun- cionamiento ideológico mediante dicotomías de tipo valorativopositivo/negativo que, hasta años recientes, los conocimientosmás comunes de la caracterización femenina del lenguaje se limi-taban a algunos rasgos fónicos o a la utilización del diminutivo(en este caso con los niños), ligados a la debilidad (ámbito priva-do, intimidad) contrapuesta a la fortaleza masculina (público): he-cho desmentido, sobre todo, en términos sicológicos y, obviamen-te, en capacidad de ocupar territorios hasta ahora muy masculinosy públicos, como la judicatura, ingenierías, etc. o la nunca simpleactividad política, lugar en el que se confía en las mujeres, sin du-da, por sus evidentes capacidades de negociación. Todavía es re-ciente el recuerdo del Congreso y Senado españoles a cargo dedos representantes del PP y resulta actual la composición guber-namental del PSOE integrada en su cincuenta por ciento por mu-jeres. Los estudios dedicados al discurso de género en el español ac- tual aclaran que la lengua es transmisora de ideología y perpetua-dora de situaciones favorables a los grupos sociales hegemónicos.
El DRAE, y los diccionarios que de él derivan, a pesar de algunoscambios efectuados en las últimas ediciones, podría ser un buenejemplo de emisor caracterizado por su condición masculina, cla-se social media-alta, religión católica, etc., destinado a un receptorideal y reflejo, por lo que puede resultar discriminatorio de la mu-jer, de otras religiones y grupos sociales. Una de las conclusionesa las que nos lleva el estudio de la ideología del DRAE es a cons-tatar la dominancia patriarcal en la proyección del orden social eincluso en la descripción de los reinos animal y vegetal, con unaexigua presencia femenina que nunca llega a tener característicasde universalidad, como la tiene en cambio el hombre. PatriziaVioli (1991: 12) afirma y resume bien esta cuestión: “Tradicional- mente, el sujeto del pensamiento, el sujeto del deseo, el sujeto deldiscurso, el sujeto de la historia es un ser masculino que se decla-ra neutro universal, que se declara representante de la humani-dad”. La conciencia de un receptor universal debiera ser la prácti-ca adoptada con mayor decisión21 por DRAE mediante la indica-ción de normas pragmáticas de uso sobre el valor ofensivo de de-terminadas palabras. Es decir, DRAE debería ser tanto notario deuna situación de escasa sensibilidad social como juez de la mismacon indicaciones sobre los efectos sociales de determinados usos(Forgas, 2003). Políticos y administración dan buenas señales de sensibiliza- ción hacia un uso menos sexista del lenguaje. Arriesgándonos aasumir la generalización, podemos considerar que el lenguaje po-lítico actual, en relación con características de la lengua general,tiende a utilizar mayor número de tecnicismos y formas derivati-vas y compositivas de relativa complejidad; puede llegar a adqui-rir así un tono elevado y distanciador, a menudo criticado; en di-ferentes circunstancias, su manipulación por parte de hábiles ora-dores puede llevar a la ambigüedad y a la elusión, pero el políti-co necesita también ser muy concreto y eficaz en lo que afirmapara lograr acuerdos y pactos en torno a palabras, símbolos o es-lóganes. El tono positivo de todo mensaje persuasivo le lleva aleufemismo y a lo políticamente correcto, pero las acciones de ma-yor compromiso pueden llegar también a través de los usos disfé-micos y del insulto22. Una breve e inevitable mención de usos políticamente correc- Recordemos el siguiente botón de muestra: cabeza “Parte superior del cuerpo del hombre y superior o anterior de muchos animales, en la que están situados algu-nos órganos de los sentidos e importantes centros nerviosos.” Algunos cambios, noobstante, son apreciables en los usos morfológicos: muchos sustantivos, que hastahace poco tiempo eran masculinos o comunes, en la actualidad, al tratarse de cargoso profesiones, desempeñadas también por mujeres, se han desdoblado con el uso y“normativamente” a través de su registro en el Diccionario académico; en la ediciónde DRAE se hallan juez/jueza, concejal/concejala, ingeniero/ingeniera, realizador /realizadora. La ironía puede resultar insultante sobre todo si hace referencia a alguna per- sona presente; pero la ironía, como por otra parte el chiste, puede establecer víncu-los entre quienes participan en ella: “no yo no estoy:: discutiendo: el centro a mí loque me parece maravilloso es que en España ya haya desaparecido la derecha unoque ha tenido siempre la idea de que en España ha habido una derecha . relativa-mente potente. muy numerosa. En este momento parece que no hay nadie que larepresente”. F. González entrevistado por Manuel Campo Vidal en Antena 3 TV (1.
02. 1996), reproducido por Fernández García (2001); cfr. Torres Sánchez (1999).
tos, tanto en sectores socialmente sensibles como en ámbitos po-líticos especialmente conflictivos nos lleva a compañero o compa-ñera sentimental (nombrando de modo socialmente correcto a loque antes era amante; pareja o unión de hecho a lo que antes eraconcubinato, amontonamiento); violencia callejera, violencia do-méstica, violentos, terrorismo de baja intensidad, etc.; irregular/ir-regulares atenúan la condición de ilegal. Usos lingüísticos comoel masculino/femenino, tanto en cargos políticos: diputados/dipu-tadas, como en patronímicos: vascos y vascas (con el que se sue-le caricaturizar al actual lehendakari Ibarretxe); en ocasiones, seutiliza la arroba para hacer referencia a la conjunción de masculi-no y femenino.
Acudiendo ahora a uno de los componentes del lenguaje polí- tico, el lenguaje jurídico-administrativo, como afirma De Miguel(2000), es “políticamente correcto”: no aparecen en él palabras-ta-bú, pero en cambio, abundan los eufemismos y, a pesar de suspropias recomendaciones, presenta todavía un alto tono de so-lemnidad y de cortesía reglada, que se manifiesta en el uso obliga-do de los títulos y tratamientos adecuados, a fin de evitar el fraca-so textual (Bravo y Briz, 2004). En el Manual de Estilo del Lengua-je administrativo hallamos un capítulo destinado al “Uso no sexis-ta del lenguaje administrativo”, en el que se presenta la siguientepropuesta: “Cuando los cargos y puestos administrativos estánocupados por mujeres, la mención a sus titulares debe hacerse enfemenino. La norma y, sobre todo, el uso admiten como usos co-rrectos los términos presidenta, jefa, concejala, jueza, médica…”(MAP: 1993, 157).
Los españoles están cambiando de humor Para concluir, quizá convenga recordar la frecuente afición masculina de muchos españoles a demostrar ingenio con relatosde humor (monólogos, diálogos) o bien contando chistes, a me-nudo, intercalados en las conversaciones o bien contados en se-rie; aunque el chiste, como se sabe, es también frecuente en tex-tos literarios de distinto género. Tal y como afirma Vigara Tauste(1994: 24), “el chiste es un subgénero humorístico y pseudolitera-rio, que se mueve habitualmente en el terreno de la ficción y sedefine por su función lúdica, su intencionalidad cómica, su bre-vedad, su efecto-sorpresa y su “cierre” previsto”. Para comprenderun chiste y lograr reírse, es necesario, por tanto, conocer el géne-ro, saber que se está entrando en una ficción mediante formas lin- güísticas como dice, esto es (son), mamá, mamá, el colmo de,¿qué le dijo?, ¿en qué se parece?, etc. y que en el texto se van a ha-llar referencias lingüístico-culturales cuya comprensión es nece-saria tanto en alusiones como en juegos de palabras23. El chisteutiliza técnicas propias de la oralidad y los matices propios dellenguaje corriente; son también muy frecuentes en él las onoma-topeyas. Los chistes se suelen clasificar por colores: blanco, ver-de, marrón, negro y quizá este último (en el que hay una buenamuestra también de chiste gráfico con El Roto) sea bastante pecu-liar en la cultura española y por ello necesita mayor contextuali-zación en el aprendiz de español. Es más, en algunos casos, esnecesario entrar en disquisiciones o humores peculiares, como laironía gallega, la hipérbole andaluza o vasca, etc. También haychistes localizados (de vascos, andaluces, de los de Lepe, de gui-puchis, etc.). Los temas habituales en este tipo de humor pode-mos decir que afectaban a estereotipos regionales, escatología, laoposición mujer/hombre, o suegra/nuera, costumbres sexuales,sexismo, racismo, etc., en relación para lo indicado más arriba so-bre el insulto, interpretado, en este caso, desde la ficción. El chis-te oral popular al que nos estamos refiriendo utiliza, como hemosdicho, ciertos formulismos y trata de sorprender en su cierre, pe-ro deja cierta libertad a quien lo cuenta e incluso permite ciertaimprovisación en encontrar situaciones semejantes por analogía.
Cuestiones todas ellas aprovechables en la didáctica y que sólopodemos mencionar. Por otra parte, como afirma J. Gómez Ca-puz, en el humor tradicional español, los chistes indirectos o ba-sados en implicaturas eran escasos y limitados a una misma es-tructura: en efecto, las implicaturas se derivaban siempre del se-gundo término de estructuras comparativas y consecutivas, depregunta/problema/respuesta/solución, hipérbole por consecuti-va, etc., razón por la cual eran fáciles de activar por cualquier ti-po de público (“implicatura fuerte”, en términos de Sperber yWilson) y además estaban, en el fondo, al servicio de las poten-cialidades expresivas y retóricas de estas estructuras (de hecho,no sólo permiten activar una implicación, sino que también po-nen en juego la cuestión de las escalas argumentativas al utilizar Por ejemplo: “¿Por qué las mujeres de Lepe nunca van a misa en zapatillas?.
Porque la iglesia es para las de botas”; “Entra uno a la tienda y le dice: “Por favor,¿me da un bote de mayonesa? Y dice “¿Ybarra?” Y dice: “No, el pan ya lo he com-prao” (Apud Vigara Tauste: 1994). estructuras del tipo más/menosque o tanque)24. Pero inclu-so en este sector han aparecido cómicos, como Chiquito de la Cal-zada, cuyos usos lingüísticos resultan más sugestivos. El humor depersonajes, a menudo en pareja, como Tip y Coll, Martes y Trece,Cruz y Raya, han ido ganando cada vez mayor aceptación en unentorno en el que la presión de los modelos discursivos anglosajo-nes ha comenzado a calar hondo en los programas humorísticosespañoles dirigidos a un público joven, educado en la órbita cultu-ral anglosajona. El influjo explica la reciente oleada de chistes “in-directos”, basados en implicaturas y hábilmente insertados en undiálogo ágil e irónico, como podemos observar en las agudezas deCQC y El Informal, los monólogos de El club de la comedia.
- Creo que me he quedado embarazada.
- Pero si no hemos follado.
- Por eso digo que creo y no que estoy segura.
(El Club de la comedia. Episodio III, p. 161).
Y los diálogos de la telecomedia Siete Vidas.
[. ]Carlota: tengo miedo de acabar en la cárcelPaco: no te preocupes nadie acaba en la cárcel siendo una buena perso-na.
Sole (madre de Paco): pues yo estuve en la cárcel en el año 57.
Paco: No ves.
(de J. Capuz Gómez, 2002: 86-87)25.
En estas páginas, el interés por el procedimiento conversacio- nal, propuesto entre las prácticas discursivas para el aprendizajedel español como LE, ha focalizado nuestra atención en algunosaspectos lingüístico-culturales relacionados directamente con lacomunicación en español peninsular. Nos ha interesado observaractitudes y comportamientos de los españoles ante el acto de ha-blar y esbozar cuestiones y temas que tienen especial significadoen la cultura española y por tanto en la perspectiva de las diferen- Prueba de todo ello es que la siguiente frase incidental de un diálogo de “Mar- tes y Trece”, mientes más que un concejal (implicatura: los concejales mienten en ungrado mayor [=escala argumentativa] al del resto de personas), conllevó una riada decartas de protesta escritas por numerosos concejales a los citados humoristas.
La lista la podemos extender a Martes y Trece, Cruz y raya, Gomaespuma y “los guiñoles” de Canal +. En la red se pueden consultar, por ejemplo, el episodio “latortilla” de Gomaespuma o la “empanadilla” de “Martes y Trece” que obtuvieron unéxito notable.
cias culturales. El objetivo ha sido estimular la expresión comuni-cativa y socialmente correcta de las ideas. Hemos trazado paraello un breve perfil del significado del hablar bien en una culturaen la que se han ido erradicando asociaciones con una norma delengua de prestigio, respetuosa del modelo fónico y gramaticalcastellano y que evitaba desviaciones jergales o dialectales consi-deradas deformidades o impurezas erradicables. También hemosseñalado el peso ideológico, todavía evidente en usos y textos ins-titucionales, que se activa de modo inadvertido con la utilizacióndel español y de su herencia de cultura patriarcal. En segundo lu-gar, nos ha interesado señalar en él ¿cómo se habla?, algunas ac-titudes de los españoles ante usos típicamente culturales (eufemis-mo/disfemia, humor, ironía) y las condiciones sociolingüísticas enlas que se realizan adecuadamente. Textos y situaciones comuni-cativas auténticas han ido modulando la aproximación a las pro-puestas que necesitan, sin duda, de otras reflexiones apropiadaspara la intervención en el aula que han ido quedando esbozadasal margen (técnicas conversacionales, actos lingüísticos, coopera-ción conversacional) y para cuyo desarrollo necesitamos de ma-yor espacio. BENGOECHEA BARTOLOMÉ, M. (1999), “Ideología e interven- ción humana en la confección del DRAE”, en VV. AA., Lo femenino ylo Masculino en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Es-pañola, Madrid, Ministerio del Trabajo y Asuntos Sociales, pp. 101-158.
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