NUEVO ITINERARIO DE COMUNIÓN Y SERVICIO DE OALA
Fue el Capítulo General Ordinario del año 89 el que recogió la sugerencia de iniciar una reflexión acerca de la realidad de la Orden en América Latina. Se trataba de una inquie-tud compartida por la OALA, que más tarde retomaría el Capítulo General Intermedio del año 92. Pero no sería sino hasta el año 1993, en una Asamblea de Oala en Conoco-to, Ecuador, donde, a sugerencia de la Curia General, se inició el Proyecto de Revitali-zación de la Orden en América Latina. El momento fue vivido como un verdadero acon-tecimiento del Espíritu, hasta el punto de que se llamó el “espíritu de Conocoto”. Fue un espíritu de conversión, de reconciliación, de comunión y participación; un espíritu profético como se dijo entonces. Tres años después, en la Asamblea de Hipona, México, se da un nuevo impulso al Proyecto, y con tal impacto vivencial, que aunque tomó otros nombres en las Asambleas posteriores -Corazón Nuevo, Vida Nueva, etc., sería conoci-do hasta el final y para siempre con el nombre de “Proyecto Hipona”. El Proyecto Hipona fue un proyecto de espiritualidad que buscaba la renovación de la Orden en América Latina a través de un proceso de conversión y revitalización de la vivencia de nuestro carisma al servicio de la Iglesia. Era también una herramienta para que cada circunscripción en ese caminar, -oración, reflexión y confrontación- fuera elaborando paulatinamente su propio Proyecto renovador en todas las áreas. Pero este Proyecto, que tuvo una duración de casi 14 años, culminó en el año 2007 en la Asamblea de Buenos Aires. El P. General hizo entonces un informe evaluativo del im-pacto obtenido por dicho proyecto, analizando la situación de la OALA al comienzo y al final del mismo y poniendo en relieve sus luces y sus sombras. Hoy tenemos comunida-des mejor constituidas, mejoras en la celebración del Capítulo local, se prioriza la ora-ción, hay más solidaridad con los pobres, mejores programas de formación permanente, etc. Se puede decir que terminó con moderado optimismo y que en general influyó de forma positiva en la vida y la acción de los agustinos en A. Latina, contribuyendo a renovar la espiritualidad, la vida comunitaria y la práctica pastoral. Incluso nos daba pistas para continuar la renovación analizando las luces y sombras presentes en nuestras circunscripciones. Sin embargo no se puede negar la desigual vivencia obtenida debido a ciertos rechazos e indiferencias con que fue recibido por no pocos hermanos y algunas circunscripciones, por cuestiones de ideología, metodología, u otros. Cuatro años más tarde, en la Asamblea General de Bogotá-2011, presente el P. General y algunos miembros de la curia, más todos los SSMM de América Latina, la directiva de Oala y los Delegados de Base, nos preguntamos todos: ¿y ahora qué? Era evidente que el Proyecto Hipona había concluido, pero no nuestro proceso de conversión perso-nal. Había concluido, sí, pero no nuestro proceso de renovación y adaptación a la reali-dad actual desde los signos de los tiempos y en fidelidad creativa a nuestras fuentes agustinianas y eclesiales, con apertura al espíritu y docilidad a la voluntad de Dios para con nosotros hoy. Para todos era más que evidente que había que continuarlo porque como seres humanos siempre estamos tentados por diferentes desvíos. La pregunta que flotaba en el ambiente era cómo continuar con este servicio de renova-ción espiritual y conversión permanente, cuál sería su nuevo enfoque y cómo materia-lizarlo sin que sonara a refrito, especialmente para los que habían transitado fielmente por él. Había que pensar en las circunscripciones que no lo habían vivido o que se que-daron a medias. Pero sobre todo, había que pensar en el significativo número de herma-
nos que en los últimos años se habían incorporado a nuestro Orden, casi todos latino- americanos, y que habían quedado al margen del Proyecto. Se presentaron algunos in- convenientes debido a las distintas visiones y perspectivas y la dificultad general del cómo entroncarlo con la etapa anterior, habiéndose vivido de modo tan desigual. Lo que sí estaba claro es que el Nuevo Proyecto sería una tarea propia de la OALA, algo así como un área más de trabajo. El Proyecto quedaba en nuestras manos y sería lo que los agustinos de América Latina quisiéramos que fuera. Como no podía ser de otra manera, se escucharon todas las voces y se dieron algunas directrices que el nuevo Secretario General apunto diligentemente. Meses más tarde convocó en Lima los miembros del Equipo de Animación Continental, al Asistente General para A. Latina y algunos expertos, y durante varios días reflexionaron sobre la operatividad del mismo, saliendo algunos acuerdos que a continuación resumo: 1.- El Proyecto se llamará ITINERARIO DE COMUNIÓN Y SERVICIO DE OALA con el lema: “Para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). (Se adjunta con esta carta el logo que lo identificará y la Oración creada para orar por los frutos del mismo. También se ha publicado y distribuido a todos los hermanos el documento histórico Espíritu Nuevo, como material de apoyo y consulta). 2.- Será llevado adelante por el Equipo de Animación Continental, EAC, PP. Juan Car- los Ayala, Claudio Zambrano y Luiz Antonio Pinheiro, teniendo como principales ani- madores y responsables de su conducción en las circunscripciones a los Delegados de Base una vez capacitados. Ellos serán los encargados de elaborar los materiales para retiros, capítulos y tiempos fuertes del año. 3.-Objetivo General: Animar en nuestras circunscripciones un nuevo dinamismo de conversión personal y comunitaria agustiniana, para que partiendo de nuestras fuentes, y acompañados por este Itinerario espiritual, podamos ofrecer a la Iglesia y al mundo que servimos, desde nuestro carisma, un testimonio de santidad comunitaria. Todos sabemos que este proyecto no es un fin en sí mismo. Es sólo una herramienta pa- ra que cada circunscripción haga su propio proyecto, un proyecto que facilite la búsque- da y consecución de la santidad comunitaria, siempre partiendo de la relectura de las fuentes y la reflexión sobre la realidad en confrontación con los modelos (Espíritu Nue- vo). Aquellas circunscripciones que lo haya plasmado, a casi cinco años, deberán reto- marlo nuevamente y reformularlo. 4.-Punto de partida o entronque: Habrá que plantear estas o parecidas preguntas: a) Luces y sombras que están presentes en nuestra circunscripción a partir de la evalua- ción que hizo el P. General al concluir la Proyecto Hipona. b) ¿Qué dinamismos se han creado en nuestra circunscripción conforme a los modelos y cuáles faltaría poner en marcha? Por supuesto que saldrá una guía adecuada como ayuda para mejor iniciar el Proyecto. 5.- Temática principal es la conversión, la interioridad, la comunión y la misión (Ver Aparecida n° 365-367). Estimados hermanos: Todos sabemos que el fundamento de la vida agustiniana es la vida común inspirada en la Trinidad, que es comunión en el amor. La vida común es nuestro tesoro, el don que Dios da a nuestra Orden para colaborar en la instauración de su Reino. Es lo que nos identifica y define como agustinos. La comunión como valor, y la comunidad como estructura, constituyen nuestro ideal de vida y el punto de partida para una misión renovada. Por eso el binomio comunión y comunidad son la identidad y el porvenir de nuestra Orden, pero también el termómetro de nuestro carisma, los pun- tos de referencia de nuestra vida, de nuestro ser y quehacer en la iglesia y en el mundo. El carisma agustiniano se resume básicamente en el amor a Dios sin condiciones que une las almas y los corazones de los hermanos que se congregan en convivencia comu- nitaria. La comunidad es el amor al prójimo en acción, por tanto la fraternidad es el verdadero culto a Dios. Y el signo de validez de esta fraternidad no es otro que la comunión de bienes materiales y espirituales. Pero eso no se da de manera natural: anteponer el bien común al bien propio siempre será un fracaso mientras la comunidad no sea un espacio habitado por la Trinidad. La vida religiosa en ante todo comunión, lo sabemos. Ella realiza el intento de fundar sobre la tierra un tipo de amistad que liga a los creyentes desde Cristo por encima de los lazos de sangre. Si muchos viven como hermanos siendo tan distintos es que la fraternidad es posible, y la hace posible el amor que nos une y hermana. Es más, debe ser tan intensa la caridad fraterna que terminemos habitando los unos en los otros. Por tanto, un alma sola y un solo corazón, sí, pero hacia Dios. San Agustín lo expresa así: “Únicamente habitan en unión aquellos en quienes se halla la caridad de Cristo. Porque en quienes no existe la caridad de Cristo, aún cuando habitan en uno, odian, molestan, atormentan, perturban con su mal humor a los demás y andan buscando qué han de decir de ellos… sólo habitan en unión en cuanto al cuerpo. En cambio, en quien existe la caridad de Cristo, es manso, reposado, humilde, tolerante y ora en lugar de murmurar…” (Enarraciones in ps 132,12). Por eso, antes de ser comunidad religiosa somos espacio humano y eso entraña cosas más humanas y terrenales: educación, sinceridad, amabilidad, dominio de sí, delicadeza, sentido del humor, participación, compartir… La orientación del amor en la vida es lo que motiva la existencia de cada cual, porque cada uno vive según lo que ama. De ahí que la deficiencia en la madurez está siempre a la base de los conflictos comunitarios e interpersonales. Por eso no habrá comunidades maduras sin personas maduras. Las rela- ciones aquí están en el centro de nuestra praxis comunitaria. Porque no vivimos juntos para simbolizar el amor sino para vivirlo. Lo que el mundo espera de nosotros es que mostremos la fuerza y la potencia creadora del amor que nos ha unido en comunidad, sabiendo que, aunque los hilos sean frágiles, la trama hecha por el Espíritu no hay quien la rompa. Una buena comunidad puede favorecer el crecimiento de las personas pero no producir- lo. Lo que produce la madurez vocacional es la capacidad intrapsíquica de interiorizar valores, modelar nuestros comportamientos con los valores profesados sin sentir temo- res ni esperar recompensas. La comunidad es para los valores, es para la misión, es para el Reino. Nunca tendremos una comunidad perfecta porque vivir en la unidad desde la diversidad es un problema real. La comunidad es un proceso, la conversión también… Pero a mejor vida en comunidad, mayor calidad de vida religiosa. Por eso necesitamos de un proyecto espiritual que nos recuerde lo que somos y a lo que aspiramos, un pro-
yecto que nos ayude a estar en constante renovación, un proyecto que sea permanente revulsivo para perseguir el objetivo de la santidad comunitaria. En la Asamblea de Bogotá nos dimos la posibilidad de iniciar un nuevo Proyecto espiri-tual de Revitalización de la Orden en América Latina. Llegar al ideal que perseguimos no será factible sin la acogida de la gracia, sin la apertura al Espíritu, sin la conversión personal y comunitaria… Acojamos con cariño este Nuevo Itinerario de Comunión y Servicio, acojamos el Espíritu que nos llama y nos convoca a la santidad, a ser lo que profesamos ser. Nada tenemos que perder, solo la tristeza y frustración de haber errado el camino. Que el Espíritu nos dé su inspiración y fortaleza y que Nuestra Señora de la Gracia sea guía y compañera en este caminar. Iquitos, 1º de mayo de 2012. Fraternalmente,
Fr. Víctor Lozano, OSA, Secretario Gral.
ABSTRACTS Part “Oral & Dental Medicine” LABORATORY ABNORMALITIES IN PATIENTS WITH ORAL BURNING A.Krasteva*, A. Kisselova*, Vl. Panov**, V. Dineva*, A. Ivanova***, Z. Krastev*** * Faculty of Dental Medicine, Medical University, Sofia, Bulgaria ** Faculty of Dental Medicine, Medical University, Varna, Bulgaria ***Clinic of Gastroenterology, Hospital “Sveti Ivan Rilski”,
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